Luego de atravesar los Arcos emblemáticos, asistir al Santuario de Zé Pilintra y de recorrer los murales que hacen de Lapa una verdadera obra de arte al aire libre, llegué a la Escalera Selarión, uno de los íconos de la Ciudad de Rio y que, según dicen, nadie que pase por allí debe dejar de asistir. No se si será por el eclecticismo que lo identifica, por los miles de azulejos dispares y variopintos enviados desde diferentes lugares del mundo o por el marasmo humano que lo asciende y desciende constantemente pero el lugar resulta un tanto extraño.