29 Dec
29Dec

La música, el cine y la televisión construyeron el mito de Copacabana como un verdadero paraíso en la tierra al que se debe ir, aunque sea, una vez en la vida. Así es como influenciado por lo que la memoria y la cultura popular hizo de ella, en mi viaje a Río decidí visitarla y comprobar cuan de cierto es todo lo que se dice de ella y cuán icónica es en realidad. A diferencia de lo que hacen la mayoría de los turistas mi base no estuvo en Copacabana sino en el centro administrativo de Río de Janeiro, ubicado a 13 km de las playas que le quitan el sueño a buena parte de Occidente. 

Si bien lo lógico (e incluso lo que promueve el ente turístico oficial brasileño) es que el visitante se hospede en algún hotel lujoso de esos que abundan frente a la costa y que en muchas ocasiones permiten accesos privados a diferentes playas, en mi casi quise estar un poco más aislado y visitar la playa más famosa de Río realmente en calidad de “foráneo”. 

Al llegar a la mítica playa me encontré con una ciudad, a primera vista, muy parecida a Mar del Plata. Pero lo cierto es que a los pocos minutos de estar allí descubrí porqué el ruido del mar, el olor a salitre y la sensación de haber pasado a un espacio donde el tiempo y la realidad cambian abruptamente se conjugan armoniosamente con el corredor atlántico, los chiringuitos de poli rubros (que van desde bebidas alcohólicas o lentes de sol hasta sombreros y gorros de todo tipo) y una cantidad de seres que bajo el sol renuevan sus energías y recuperan el ánimo perdido en un mundo que cansa, oprime y agobia cada vez más. 

Allí comprendí que lo que alimentó el mito de la paradisíaca Copacabana fue en parte por las bellezas naturales que le tocaron en gracia pero también, porqué se instauró como un rincón del planeta en el cual se puede vivir sin presiones, sin el estrés de la rutina y conectando con el goce, el disfrute y la sensación de que en esos lugares la vida vale la pena ser vivida (en ese sentido todos hemos sentido alguna vez, ganas de patear el tablero, dejar todo y ponernos un chiringuito en la playa. Y quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra)

 Luego de recorrer sus playas, vivenciar la ciudad y mezclarme con su gente, Copacabana más allá de un punto en el mapa, una playa de renombre o un sitio turístico emblemático se me presentó ante todo como una posibilidad. La posibilidad de ser un espacio que se presta (o alquila, según cuán románticos sean) para que quienes lo eligen y lo pueblan durante algunos días puedan vivenciar un poco de paz o algo parecido a lo que los seres humanos entienden por felicidad. Tal como el cuento de Gabriel García Márquez "Me alquilo para soñar", Copacabana es la posibilidad de un sueño. Un sueño al que se puede volver cada vez que se pueda y un sueño que renueva las ganas de estar vivo.

Acompáñenme a descubrirla en imágenes:

Enormes extensiones de arena rodeadas de palmeras y una fauna autóctona de lo más variopinta le otorgan a las playas un aire tropical que las hace únicas en la región y las vuelve, por momentos, de realismo mágico.

Arena blanca, aguas turquesa y una agradable temperatura durante todo el año la volvieron un imperdible para los amantes de las playas y el turismo de descanso.

Si bien es una de las playas más populares de Río de Janeiro, durante el año no suele estar atestada de turistas (salvo en los meses de enero y febrero donde se llena de viajeros de todo el mundo) por lo cual es un sitio ideal para estdías cortas por fuera de la temporada estival. 

     Los morros asoman detrás de las aguas y le imprimen a las playas una identidad muy particular

Las palmeras abundan como consecuencia de las bondades del clima tropical que registra la zona y son un rasgo identitario de las playas. Su fisonomía contrasta con las siluetas de edificios que aparecen detrás como un testigo inalterable dándole un aire caribe o al de otras playas como Miami, Niza, Cannes o San Sebastián.

Decena de artistas callejeros y escultores efímeros se dan cita en las playas y realizan intervenciones en arena realmente asombrosas. Aquí una de las que está en la entrada de la ciudad dándole la bienvenida y deseos de buena estadía al recién llegado. 

      Mensajes espirituales demuestran la diversidad cultural y religiosa presente en el Brasil actual

   Las ondas marinas en blanco y negro de las veredas son un verdadero emblema de Copacabana

Artistas callejeros encuentran en las playas un sitio ideal para mostrar su arte y ofrecer recuerdos a los visitantes

La interesante y moderna arquitectura de la ciudad merece que se le dedique un tiempo de observación. Ubicados frente al corredor marítimo, una serie de edificios de los más variados estilos invitan a una recorrida y se transforman en un buen espacio para hacerse fotografías que inmoralicen el paso por Copacabana.

 Diseños modernos y estructuras funcionales son una de las cualidades de muchos edificios de la zona

La escultura de Carlos Drummond de Andrade ubicada al costado de la playa es la que mejor define a Copacabana "En el mar estaba escrita una ciudad". Periodista y escritor destacado de la cultura brasileña, Andrade está considerado uno de los padres del modernismo literario en lengua portuguesa. La escultura hoy ya es un sitio ineludible para los visitantes y una fotografía allí es uno de los mejores testimonios de haber estado en el paraíso brasileño.

Como habrán podido observar, Copacabana bien merece una visita. Amantes de la playa, cultores del deporte, caminantes empedernidos, estresados crónicos o bohemios melancólicos, si la visitan, les devolverá la Copacabana que cada uno necesite. Para eso fue hecha y para eso existe. Se alquila para soñar.

Copacabana en Google Maps

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