14Jan
Mientras volvíamos de Transilvania a Bucarest les comenté a Diana y a Christian (mis dos guías en la travesía valaca) que en un próximo viaje me gustaría conocer algunas de las ciudades que fueron el epicentro de la Revolución de 1989. Durante años de lectura había descubierto que si bien el conflicto que terminó con la vida del matrimonio Ceausescu se había iniciado en Timisoara con las famosas revueltas de los trabajadores, en otros lugares como Sibiu y Brasov también habían estallado focos revolucionarios y eso me los volvía aún más atractivos para conocerlos en una futura visita. Luego de decirles eso, Diana y Christian se miraron y sonrieron.
- ¿Sabes que en diez minutos pasaremos por Brasov? me dijo Diana, como anunciándome que aunque sea podría darme el gusto de ver desde la ventanilla del auto la entrada de la ciudad.
- Aún es temprano y tenemos tiempo, agregó Christian. Si quieres podemos bajar y recorrerala aunque sea un paseo por el casco historico.
Brasov no formaba parte del tour que yo había contratado. Mi plan diario con ellos incluia el traslado de Bucarest a Transilvania (con una parada en el Monasterio de Sinaia), una visita al interior del Castillo Peles, una recorrida por el centro de Transilvania y el ingreso al Castillo Bran. Por eso me pareció un gesto de una enorme grandeza el que me hayan querido reagalar esa pequeña parada en Brasov, ya que además de ser una excusa para seguir mostrándome el país del cual se sienten orgullosos de ser ciudadanos, era una buena forma de estar juntos un rato más y estirar un poco más el tiempo para que no se terminara el increíble día que habíamos pasado juntos y en el que, en algún momento, tuve la sensación de que dejaron de sentir que estaban trabajando y lograron disfrutarlo como si fueran un visitante más.
Así es como en diez minutos el auto abandonó la ruta y comenzó a atravesar una serie de avenidas que dejaban en evidencia una urbanización que poco tenía de rumana y que más se asemejaba a la estética y la arquitectura que se ve en ciudades alemanas. Ahí descubrí porqué en muchas guías turísticas o sitios de internet hablan de Brasov como la "Alemania rumana" (lo cual me parece una distorsión tal como la que usan quienes llaman Venecia a cualquier ciudad o espacio con agua y una población adaptada a dicho accidente natural) y comencé a ver como las casas comenzaban a verse más claras y precisas a medida que el auto bajaba la velocidad y se metía en una de las callejuelas para estacionarlo y comenzar la caminata.
Cuando ya descendimos del auto y comenzamos el paseo hacia la Plaza Cental (Piata Sfatului) observé con extrañeza que sobre una de la ladera de los Cárpatos aparecía el nombre BRASOV tal cual como el cartel de Hollywood en la ciudad homónima y eso me causó gracia, ya que jamás había visto semejante referencia en ninguna ciudad de Europa del Este y me hizo dar cuenta de lo importante que era aquel lugar dentro de la geografía rumana. Allí Diana me contó que la ciudad fue uno de los sitios en los cuales se definió buena parte de la historia del país y que, además de los eventos de 1989 que la hicieron famosa (cuando un grupo de trabajadores iniciaron una revuelta que terminó con detenciones, torturas y deportaciones) es una zona que suele ser peligrosa ya que al menos una vez cada cinco años suele registrar movimientos sísmicos que la deja paralizada por un tiempo.
Acompáñenme a recorre Brasov en imágenes:
La Strada Muresenilor es la avenida que rodea a la Piata Sfatului y que oficia de acceso oficial a la ciudad. Con un enorme tráfico de autos que la atraviesa a diario, esta avenida es un buen ejemplo del carácter urbano y moderno que la caracteriza.
La Piata Sfatului a diario está llena de visitantes y transeúntes que la eligen para descansar o pasar un rato agradable. La hermosa vista de los Cárpatos que ofrece la vuelve uno de los sitios panorámicos más hermosos de toda la ciudad.
Arquitectura moderna convive con el clasicismo de las pequeñas casas que rodean a la plaza
La Biserica Neagra (Iglesia Negra) es una iglesia del S. XVII que fue incendiada en su totalidad aunque su estructura logró sobrevivir. El nombre obedece al hollín que dejaron las cenizas sobre la estructura dándole un estilo particular que los brasovíes decidieron dejárselo ya que lo creen parte de la identidad del pueblo.
A un costado de la Piata Stafului se encuentra la Strada Republicii, una peatonal llena de negocios, bares, cafeterías, salas de juego, minimercados, centros comerciales y casas de cambio. El lugar si bien es pequeño tiene toda la infraestructura para que el viajero que pase allí unos días pueda proveerse de todo lo que necesita y lo utilice como espacio de recreación y esparcimiento.
En la peatonal se pueden comprar todo tipo de dulces, delicias típicas rumanas o un café al paso en cualquiera de los carromatos ubicados estratégicamente.
Fiel a la arquitectura rumana en Brasov abundan las cúpulas de estilo moldavo y los relojes antiguos tal como sucede en otras ciudades del este europeo.
Al igual que sucede en las grandes ciudades europeas el tema de la vivienda también es complejo en Brasov. Muchas constructoras nuevas llegan a la ciudad intentando comprar casas tradicionales para llevar a acabo allí emprendimientos inmobiliarios, los cuales son resistidos por los pobladores.
La belleza arquitecónica inspirada en el Art Nouveu del siglo XIX le otorgan a la ciudad una belleza característica de otras ciudades eslavas como Praga o Varsovia.
Cafeteca, uno de los cafés más clásicos y antiguos de Brasov
La ciudad, si bien es pequeña, cuenta con una interesante oferta cultural en bares, discos o pequeños teatros al estilo de los cabarets berlineses.
Estilos antiguos y modernos conviven en un mismo espacio
El pequeño Barrio Judío con sus negocios, calles con nombres en hebreo y su sinagoga de enorme belleza supone una rareza dentro de la geografía brasoviana.
La arquitectura de estilo soviético también tiene su espacio en la geografía de la ciudad
Vista del cartel de Brasov en los Montes Cárpatos desde la Strada Republicii
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