Para muchos el nombre de Transilvania está relacionado con un pueblo de gitanos que pelea día y noche para ahuyentar la presencia del Conde Drácula y muchos de sus vampiros que circundan la zona. Si bien es cierto que durante años (desde mediados del siglo XIX cuando Bram Stoker creó su famoso vampiro basado en los relatos que hicieron famoso al Príncipe valaco Vlad Tepes) el cine y la literatura crearon el mito del vampiro e hicieron de Transilvania una tierra que cobijara todo tipo de miedos, traumas y creencias sobrenaturales, lejos de ser un reducto paranormal, se trata de una región de una enorme belleza enlavada en el centro de los Cárpatos, por lo cual se la considera el corazón de Rumania.
Con una enorme actividad rural (las mejores tierras de la geografía rumana reposan allí) y una cantidad de pobladores que están unidos a su pasado por prácticas tradicionales que jamás dejaron de reproducir, allí se puede apreciar la diversidad y la riqueza cultural sobre la que se construyó lo que hoy conocemos como Rumanía. Pueblos como los romaníes (considerados uno de los más antiguos de Europa) o los Marumures (que se hicieron reconocidos en el mundo por su singular arte mortuorio que despliegan al decorar las tumbas en los cementerios de la región) son una muestra fechaciente de ello y por ello vale la pena que se los conozca o, al menos, se intente un acercamiento.
Una vez que el viajero toma la decisión de evadir los circuitos tradicionales que se proponen para descubrir Europa y logra, una vez llegado a Rumania, romper con aquel primer mito de que Transilvania es una región y no un pueblo fantasma) se encontrará con paisajes de gran riqueza, construcciones que siguen los cánones estéticos de la edad media, una serie de castillos de extremado valor artístico (siendo el de Bran y el de Peles dos de los más populares) y, claro está, una pequeña población en la cual persisten muchas de las creencias del pueblo valaco que durante el medioevo tuvo a los Strigoi (no vivos o almas en pena que salían de su tumba para beber sangre de humanos y que así los volviera a la vida) entre las más recordadas.
En este fotorreportaje los invito a descubrir algunas de las perlas que forman parte de Transilvania, una zona de Europa del Este que fue construida en base a mitos, falsedades y fantasías pero que en realidad esconde una gran cantidad de atractivos geográficos y culturales, así como una de las gentes más amigable, sencilla y sociable que se pueda ver en toda la geografía rumana
Luego de andar la ruta que atraviesa los Cárpatos se llega a las inmediaciones del Castillo Bran (considerado el Castillo de Drácula) y desde allí se obtiene una hermosa vista de la población. Cubierto de casas modernas (pero que guardan el estilo medieval) y una topografía que parece salida de la cabeza de cualquier pintor del romanticismo, el pueblo invita a descubrirlo mediante una caminata o bien desde las vistas que ofrecen la decena de colinas que lo rodean.
El estilo de las casas demuestra la tradición cultural y artística que les legaron los antiguos pueblos gitanos que poblaron la región desde el siglo XI hasta la actualidad.
Algunos tramos de los Montes Cárpatos simulan perfectas alfombras de color verdosa. Durante la primavera y el verano la región se llena de color y vegetación y en invierno suele estar cubierta de nieve, anegando algunas de las rutas y caminos que la comunican con otros sitios de la geografía rumana.
EL PUEBLO DE TRANSILVANIA: GENIO Y FIGURA DE UN MITO QUE NO CESA
Si bien se sabe que los mitos y leyendas que rodean la figura del Conde Drácula fueron salidos de la mente prodigiosa de Bram Stoker, el pueblo que circunda al Castillo Bran, aún hoy, es portador de algunas de las costumbres que el inglés reprodujo en su novela. Una de las cosas que más me llamó la atención apenas ingresé al pequeño pueblo (tanto lo es que no supera los 400 mts de calles y la mitad está ocupado por un mercado que vende recuerdos y algunas provisiones para los turistas) fue ver que todas las casas de los moradores tenían una riestra de ajos colgando de sus puertas.
Creyéndolo parte del mito y sin la más mínima intención de herir susceptibilidades, me decidí a preguntarle al guía que me acompañó durante en el recorrido acerca del motivo por el cual en todas las puertas había ajos y, para mi sorpresa me comentó: Para ahuyentar los malos espíritus y protegerse de los vampiros... lo cual no sólo provocó mi risa sino que, me invitó a repreguntarle: ¿De verdad creen en la presencia de espíritus y vampiros?
Lejos de sentirse molesto por mi insistencia el guía miró hacia arriba, echó un suspiro y me agregó...
- Piense que toda esta población no es como la de Bucarest, culta e instruida... Aqui hay familias que nunca salieron de este pueblo y creen ciegamente en todo aquello que se les transmitió a través de toda su historia... yo no creo en strigois y mucho menos en vampiros pero, si viviera aquí, también me protegería con ajos y cebollas moradas...
Luego de expresar esas palabras caí en la cuenta de la importancia que tienen los relatos, las tradiciones y la transmisión oral en la creación de identidad de los pueblos. La mayoría de los moradores que habitan allí o bien son gitanos o bien descienden de aquellos, con lo cual las creencias ancestrales que luego el cine magnifico de un modo monumental influyeron inevitablemente en la construcción de identidad de aquel pueblo que debe vivir (y sobrevivir) a los pies de la colina del Castillo Bran, con la pesencia omnisciente del conde observándolos desde arriba y haciendoles sentir que eternamente deberán convivir con aquella representación tan inequívoca como necesaria.
En invierno las calles de tierra del pueblo Bran se transforman en un enorme barrial debido a la cantidad de nieve que cae por la proximidad a los Montes Cárpatos. El pedregal mojado que rodea a los puestos del mercado callejero sumado a la atmósfera nebulosa que caracteriza a los inviernos en la zona le dan al lugar un aspecto cinematográfico y adecuado para descubrir la veracidad (o falsedad) de algunos de los mitos que rodean a la región.
Tanto las casas del pueblo como los diferentes puestos del mercado se encuentran protegidos por las riestras de ajos y cebollas moradas, dos antídotos infalibles contra la gula y el ataque de los vampiros.
Muchas de las construcciones de una gran belleza contrastan con la soledad que implica un pueblo enclavado entre colinas y a los pies de un enorme e imponente castillo. Cuando el viajero comienza a recorrer el lugar y a socializar con algunos de los moradores enseguida advierte las diferencias que existen con el modo de vida, los tiempos y los intereses de aquellos que habitan en Bucarest y que padecen de las filias y fobias típicas del hombre arrojado a vivir en una gran urbe.
El mito no solo sobrevive sino que les genera buenas ganancias a lo largo de todo el año. Recuerdos de todo tipo, de todo precio y tamaño y para toda clase de intereses, los souvenirs que evocan la figura del Conde configuraron un mercado que año tras año obtienen muy buenos niveles de recaudación y que se pueden encontrar en cualquiera de los sitios turísticos del país, estén o no relacionados con la figura de Drácula o la presencia de los vampiros.
Las muñecas folklóricas que representan a diferentes grupos de romaníes, marumures y transilvanos son confeccionadas con una alta calidad artística ya que reproducen a la perfección - y con enormes detalles- las diferentes vestimentas y tocados que integran las diferentes etnias que componen la población gitana de la región.
Como podrán observar, la región de Transilvania es una interesante oportunidad no sólo para tener un acercamiento a uno de los mayores mitos que haya dado la literatura y el cine occidental sino, además, para descubrir el modo de vida de los diferentes pueblos gitanos, esos que cargados de tradiciones que sobreviven en el tiempo y hacedores de uno de las artes más interesantes de Europa del Este, esperan a ser visitados, descubiertos y recordados por siempre como una de las experiencias más inolvidables que les pueda regalar Rumania.
Ver Transilvania: el corazón de Rumania (DW- Deutsche Welle)
Tours en Transilvania
Unzip Romania Travel (Contacto: Diana Neculaescu o Christian Tourguide)