01 Mar
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De todos los países de Europa del Este, Bulgaria es uno de los menos elegidos por los viajeros que prefieren otras opciones más comerciales o conocidas como Praga, Budapest o la pujante Varsovia. El desconocimiento en la región sumado a la falta de políticas publicitarias adecuadas por parte del gobierno búlgaro hacen que sea uno de los destinos menos elegidos por los turistas que planean una larga estadía en el viejo continente, y es por eso que. desde aquí, creemos que es hora de echar luz sobre las maravillas que el país tiene para ofrecer y de porqué Sofía debería formar parte obligada en un recorrido por el este europeo.

El hecho de que no haya sido nunca un país de esos considerados "famosos" o "cargado de acontecimientos históricos relevantes para el mundo occidental" lo posiciona en una especie de cono de sombra que vale la pena ser descubierto y disfrutado ya que atesora una enorme cantidad de elementos históricos, culturales, sociales y religiosos que lo vuelven con una entidad propia digna de ser descubierta. Así es como quienes se decidan a pasar unos días en él podrán asistir a vestigios excelentemente conservados del Imperio romano, invaluables muestras de la Edad Media, ecos de un siglo XIX con un pasado principesco, la dependencia que padecieron cuando integraron el Imperio Otomano y los vestigios que les dejó la experiencia comunista durante los años en los que el mundo se definía entre dos polos opuestos: el capitalismo y el comunismo.

Pero lo que hace interesante a Bulgaria no es sólo la enumeración que acabo de mencionarles sino que, además, cuenta con innumerables zonas naturales que lo tiñen de una profunda belleza y hacen que la experiencia de recorrerlo resulte cinematográfica. Así es como la geografía de los Cárpatos, por ejemplo, definen poblaciones en las que las costumbres de antaño aún subsisten, una serie de montañas pintorescas y recargadas de nieve atesoran en su interior monasterios medievales y todo un rosario ciudades que pueden resultar extrañas ante los ojos del viajero occidental se visten de pasado reciente para contar -a través de imágenes y recuerdos- los fantasmas aún vivos de los años de la Guerra Fría.

Aquí les comparto algunos de los lugares más emblemáticos que deben tener en cuenta si planean una visita a Sofía, la capital de Bulgaria y una de las ciudades más bellas de ese espacio de Europa que pocos se animan a descubrir y que tanto tiene para ofrecer.

Las fachadas, los techos y las cúpulas de la ciudad evocan en su estética el pasado monárquico que signó al país durante el siglo XIX. El príncipe Fernando hizo de Sofía un espacio que se pareciera a las grandes capitales europeas y supo imprimirle un estilo parisino que se imponía como tendencia e influencia para toda nueva ciudad que buscara participar del concierto mundial. 

La mezcla de estilos que conviven en los barrios más cercanos al centro de la ciudad dejan en evidencia la mixtura de estilos arquitectónicos y de culturas que se llevó a cabo en dicho espacio. Estructuras del siglo XIX francés conviven con construcciones de estilo constructivista y, actualmente, una gran cantidad de modernos graffittis le dan a la ciudad un aire cosmopolita y receptivo de las nuevas tendencias urbanas.

El centro administrativo y financiero de Sofía si bien es pequeño respecto al de otras capitales del Este europeo cuenta con una importante red de bancos, casas de cambio e importantes agencias de turismo que ofrecen excursiones o tours para los más variados intereses.

La presencia del mundo bizantino puede verse en diferentes lugares de la ciudad. En este caso, una mezquita enclavada en un recinto arqueológico ubicado en pleno corazón administrativo y financiero se alza como el gran ejemplo del crisol cultural que subyace en diferentes rincones del casco urbano.

La presencia del pasado romano se puede ver en estaciones de metro, escaleras mecánicas o en la decena de sitios arqueológicos ubicados en el casco histórico de la capital. El excelente estado de conservación que presentan las piezas exhibidas las vuelve de las más importantes fuera del territorio italiano o del espacio mediterráneo.

El Búlgaro, lengua de origen cirílico, le otorga a la visita la idea de que se está en algún lugar de Rusia y le imprime a la ciudad una identidad inigualable.Si bien funciona como la lengua oficial, es muy común que la mayoría de los ciudadanos manejen el inglés y, como alternativas muy utilizadas el francés y el italiano. Entre los más jóvenes el español se puso de moda en los últimos años y muchos de ellos ya lo manejan en excelentes niveles por lo cual no sería extraño que puedan comunicarse en nuestra lengua en más de una oportunidad.

Algunos íconos culturales de los años del Comunismo aún siguen en pie y se los puede visualizar cuando se recorre el casco histórico. Teléfonos, almacenes, casas de recuerdos, tabaquerías y algunos mercadillos callejeros que pervivieron al paso del tiempo y al avance del capitalismo globalizado. 

El Palacio presidencial de la República de Bulgaria es uno de los sitios elegidos por los turistas que intentan hacerse unas imágenes con la guardia que custodia el espacio y la investidura presidencial. Al igual que sucede con otros palacios europeos, es probable asistir a un cambio de guardia (se llevan a cabo tres veces al día) y no es necesario reservas previas ya que se realizan de manera pública y ante la vista de los transeúntes que por allí pasan. 

Debido a una fuerte presencia medieval y una buena cantidad de iglesias ortodoxas, Sofía cuenta con miles de las que se puede entrar libremente y apreciar enormes joyas del arte búlgaro ubicado entre el 500 y el 1000 de la era cristiana. Las hay de diferentes estilos (ortodoxo clásico o más cristianas) y en todos los casos atesoran un patrimonio histórico y cultural de enorme valor para la historia de la humanidad. 

La Catedral de Alexander Nevsky (erigida en honor al príncipe de Novgorod y Kiev que además fué nombrado santo por la Iglesia Ortodoxa rusa en 1547) es uno de los mayores íconos de la ciudad. Con un estilo ecléctico a medio camino entre el arte bizantino y elementos del Cristianismo es uno de los lugares más recomendables para visitar ya que permite no sólo entender buena parte de la mentalidad del pueblo búlgaro sino, además, descubrir un verdadero museo gratuito en el que el asombro y la fascinación definirán la visita.

Los años en que Bulgaria fomó parte del grupo definido por el Pacto de Varsovia como U.R.S.S. (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) dejaron un enorme legado en varios aspectos de la población búlgara. Si bien los años del coumunismo quedaron en el pasado como un mal recuerdo para quienes lo atravesaron, en la actualidad, aún pueden apreciarse vestigios sobre los cuales reconstruir aquella histpria reciente que muchos se niegan a recordar.

Luego de la caída del Muro en 1989 y con el ingreso al mundo capitalista, Bulgaria se llenó de tiendas, centros comerciales y espacios de juego y esparcimiento típicos del mundo occidental globalizado. Es interesante observar lo que sucede en muchos de ellos (en esta sección dedicada al país publicaré un artículo específico sobre ello) y de cómo el consumo masivo aún hoy no se consolidó aún como una práctica masiva, tal como se espera en países que atravesaron la experiencia comunista y que, luego de un duro proceso, se incorporaron al bloque unipolar impuesto por Estados Unidos e Inglaterra, los padres intelectuales de la globalización. 

A partir de esta pequeña guía que expone lo más interesante para visitar y descubrir la increíble Sofía, les propongo un recorrido literario y en imágenes para indagar en las maravillas que tiene para ofrecer uno de los países menos visitado pero no por ello menos hermoso e interesante del este europeo: la República de Bulgaria.

Turismo Bulgaria

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