04 Jan
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Edificada a mediados del siglo XVI, la zona vieja de la ciudad ofrece un sinfín de atractivos en un espacio pequeño y propicio para descubrir. Sede del monumento a la Sirenita, el Museo Maria Curie y el lugar donde reposa el corazón de Frederic Chopin, la ciudadela es, sin lugar a dudas, el sitio ideal para sorprenderse con el eterno binomio entre arte e historia.

Inmediatamente después de perderse en el ajetreo que propone la ciudad nueva, uno de los mejores consejos que se le pueden dar al viajero recién llegado a Varsovia es que se desplace a pie hacia Stare Miasto (la antigua ciudadela) muy semejante a la Stare Mesto de Praga, dado que en ésta también abundan las callejuelas de estilo medieval, las murallas descoloridas e, incluso, algunos palacios que parecen salidos de un cuento infantil.

El mejor modo de acceso a la ciudadela es desviándose a la altura media del trayecto de la Marszalkowska y por allí caminar hacia la Universidad Copernicana, la cual se aloja en un edificio de estilo clásico más que sugerente, y que, además de contar con la estatua en bronce del personaje que da nombre a la institución, engalana la zona recargada de cafés y restaurantes en los cuales los estudiantes pasan muchas horas leyendo mientras aguardan asistir a clase.

Si se decide por este camino, es imprescindible que hagan una parada en el excelso Café Batida (fácilmente reconocible por su fachada de estilo francés y el toldo tomado de los años de la Belle Epoque) y allí deleitarse con alguna bebida caliente y algunas de las especialidades pasteleras que allí preparan y que los hacen un ícono del barrio de los estudiantes. Una vez allí se divisará la Iglesia de Santa Ana, la cual sirve de lugar de pedidos y agradecimientos para aquellos alumnos que se encomiendan a la santa para que los ayude en la difícil tarea de aprobar los exámenes.

            Palacio de Varsovia, destruido en la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en su totalidad

                                      Entrada de acceso al público en el Palacio de Varsovia 

Las casas evocan el pasado en la segunda mitad del siglo XX cuando Varsovia fue invadida por nazis

      En invierno las bajas temperaturas y las nevadas vuelven a Stare Miasto una verdadera pintura 

Espacio donde se encuentra la famosa Columna Zygmunta, primer monumento en ser derribado durante la invasión a la ciudad del 09/09/1939. Hoy sigue en el mismo lugar para que todos vean la grandeza de Varsovia para recuperarse del avance nazi.

Esculturas con personajes históricos engalanan la ciudad e invitan a reflexionar sobre el pasado histórico de Varsovia.

 El Barbakan, fortaleza medieval que se mantiene incólume y en excelente estado de conservación

Frente a ella, en línea diagonal, se encuentra un nodo que forma la entrada a la misma zona de Stare Miasto y que se encuentra integrado por la Columna del Rey Segismundo II Vasa (la cual data del año 1644 y está considerado el monumento mas antiguo de la ciudad), las ruinas de la Columna Zygmunta (Columna fundacional de Varsovia y que fue partida en la invasión de los alemanes), el Castillo Real y el Barbacana (antigua muralla defensiva que, durante la edad media, determinaba los límites de la vieja ciudadela).

UNA MUJER, UNA SIRENA Y EL CORAZÓN DE UN HOMBRE VIVEN EN EL MISMO BARRIO

Una de las callejuelas que nace en el Castillo Real bordea la Catedral y serpentea entre edificios de fachadas coloridas y barrocas (y que todos toman inevitablemente sin saber por que) lleva en pocos segundos a la Plaza Mayor de la ciudad. Si bien a simple vista ésta parece similar en estilo y forma a otras de la zona del este europeo, si se la examina bien, en ella se podrán apreciar algunas características que la hacen única en su estilo.

                                                            El Oso, otro de los íconos de Varsovia 

          Las callejuelas de Stare Miasto evocan cualquier film sobre la Segunda Guerra Mundial

La Sirenita, que muchos creen que es de origen danés, tiene su reivindicación en el centro de Varsovia. El personaje está considerado un mito para los varsovianos ya que ella habría sido una sirena que habitaba en las profundidades del Río Vistula y que, por una serie de infortunios, terminó siendo la protectora de una aldea que, con el correr del tiempo, se transformó en la actual Varsovia.

Las fachadas de las casas en Stare Miasto son de enorme belleza e invitan a realizar un sinfín de imágenes. Asombran la limpieza y el orden en esta parte de la ciudad, lo cual habla muy bien del respeto de los ciudadanos polacos respecto del uso del espacio público.

Rodeada por murallas de estilo medieval y enclavada en medio de un rectángulo empedrado, lejos de tener una escultura ecuestre con el conquistador o el héroe militar de turno, en ella se posa de manera simpática una escultura hecha en bronce de la Sirenita. Pero lo cierto es que esta nada tiene que ver con el personaje literario creado por el danés Hans Christian Andersen, sino que, por el contrario, obedecería a la reproducción de un personaje míticamente arraigado en la cultura polaca y que según cuenta la leyenda, habría vivido en las aguas del Vístula y, con su espada superpoderosa, protegió a la ciudad de que fuera conquistada por otros grupos que detentaban el poder sobre ella.

No caben dudas de que la Plaza es el sitio más bello, bohemio y romántico de la ciudadela. A cualquier hora del día la actividad cultural es intensa y allí pueden verse en todo momento a pintores, artesanos, músicos e incluso artistas callejeros llevar a cabo sus artes, oficios o gracias. Además es uno de los sitios más recomendables para sentarse en algunos de los cafés que la circundan, ya que siempre se puede encontrar con algún músico que toca en estos sitios a cambio de algunas monedas y que pueden hacer que se viva una experiencia única e inolvidable. 

Sobre el mismo Barbacan también es posible ver un interesante grupo de pintores que exhiben sus obras allí. Muchas de ellas son pintadas en el mismo momento en que se las está viendo y, para los amantes de los retratos, es posible encontrar algunos de nivel y renombre, tanto que se jactan de haber trabajado en las plazas más glamorosas de Roma o en la Place du Tertre en París.

A pocos metros de allí, y del otro lado del Barbacan, se encuentra el Museo Histórico de Varsovia y el Museo María Sklodovska (conocida como María Curie) ubicado en la misma casa en que la científica polaca - descubridora del Radio y primera mujer que ganara un Premio Nóbel- llevara a cabo sus investigaciones antes de radicarse definitivamente en París junto a su marido Pier Curie.

Allí cerca, seguramente verán que un buen número de peatones se desliza por la calle Krakowskie Przedmieście. Si los ven, no duden en seguirlos y métanse junto a ellos en la Iglesia de la Santa Cruz, ya que allí, en una de las columnas, descansa el corazón de Frederic Chopin, uno de los más grandes orgullos de los polacos en materia musical (Cabe aclarar que sólo el corazón se encuentra allí, el cuerpo está enterrado junto al de otros genios en el Cementerio parisino de Pére Lachaise).

Como podrán ver, la zona de Stare Miasto se alza como una visita ineludible cuando se está recorriendo la capital polaca y es aconsejable ir varios días para poder apreciarla en todo su esplendor. Su arquitectura, su estilo, su musicalidad y su gente la hacen única, quedando perfectamente aclarado por que la UNESCO decidió que formara parte del Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. 

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