16 Apr
16Apr

Si la Iglesia de San Ignacio de Loyola es la más antigua de la ciudad y emblema del legado de la compañia de los Jesuitas, la de La Merced es ,definitivamente, donde pasó buena parte de la vida social e histórica de la Argentina. Creada en 1580 luego de que Juan de Garay le regelara esos terrenos a los frailes dominicos, la iglesia funcionó primero como espacio religioso de aquella orden y contuvo. además de la iglesia, un convento en el cual habitó una cincuenta frailes que se preparaban para llevar a cabo un plan de evangelización y difusión del cristianismo en la zona. 

Cerca del año 1700 la orden de los dominicos se encontraba un tanto debilitada y la llegada al Rio de la Plata de la Orden de los Mercedarios significó su salida de la escena religiosa. Así fue como en poco tiempo aquella orden recibió la administración y organización de la iglesia y terminaron incorporando los frailes que allí vivían a la nueva agrupación. Luego de realizar una serie de cambios estructurales (necesarios para cumplir con las necesisades que la diócesis imponía por entonces)  1779 fue  inaugurada y abierta definitivamente al público porteño. 

A partir de allí el espacio conformado por la basílica y el convento se transformaron en un testigo presencial ineludible en los acontecimientos y procesos que marcaron a buena parte de la historia argentina. Cuentan los registros que allí se casaron los padres de Manuel Belgrano, se bautizó al prócer creador de la bandera, contrajeron matrimonio Don José de San Martín con María Remedios de Escalada, Bernardino Rivadavia formó el Asilo de huérfanas (que funcionó hasta 1947) y según cuentan, el hijo de Napoleón Bonaparte - quien desplegaba misión diplomática en 1840- bautizó en ella a su pequeña hija antes de que muriera y fuera enterrada en el Cementerio de la Recoleta. 

Lo cierto es que desde entonces la basílica (tal como la nombraron desde Roma por saberla receptora de un gran número de fieles que habitaban la por entonces aldea de los Buenosayres) sufrió una serie de modificaciones hasta adoptar la fachada y la estética actual. En 1894 el arquitecto Alejandro Buschiazzo llevó a cabo la primera gran remodelación y fue allí que aprovechó para incorporar en el frontis principal un grupo escultórico en el que el Gral Manuel Belgrano le entrega a la Virgen de la Merced un bastón de mando del Ejército del Norte en clara alusión al fin de la dominación española. 

En la actualidad la Basílica de la Merced forma parte del circuito de iglesias coloniales más importantes alojadas en suelo porteño y, en su interior, al igual que pasa con el resto atesora un enorme patrimonio artístico además del intangible que lo vuelve un lugar sacro y lleno de historia. Los invito a descubrir las interesantes piezas que alberga en su interior y que la visiten cuando estén de paso en la zona del microcentro porteño. 

Las esculturas y estructuras arquitectónicas que decoran los interiores tienen más de cuatrocientos años de antigüedad. Cada una de ellas es portadora de la estética colonial impuesta en los años en que España dominó el espacio americano.

Los retablos e imaginería fueron puestos a punto y en valor en las diferentes reconstrucciones que fue sufriendo el edificio. En la última llevada a cabo en 2007 un grupo de restauradores hicieron un estudio pormenorizado del estado de las piezas y trabajaron en su conservación y preservación de los colores y las texturas lo más fielmente posible al estado original.

Los interiores de la iglesia con las naves pintadas de dorado y la inclusión de los típicos tonos azules, ocres y cadmios la vuelven una verdadera muestra del arte colonial rioplatense y la ubican dentro del grupo de iglesias consideradas guardianas del patrimonio cultural y artístico de la humanidad.

Esculturas de personajes del santoral cristiano abundan en retablos y grupos arquitectónicos temáticos

El conjunto de piezas de yesería y mármol le imprimen al interior de la nave central un aspecto lúgubre y casi cinematográfico. En todas las modificaciones que se le hizo al edificio jamás se pensó en abrir espacios para el ingreso de luz natural, dejando la oscuridad y la sola iluminación artificial como uno de los elementos que marcan el estilo y la estética de la basílica. 

En la actualidad se pueden observar el deterioro de algunas de las mamposterías de la nave central. En próximos trabajos de restauración y puesta en valor los expertos deberán lidiar con algunos problemas estructurales que presenta el edificio por ser una estructura sobre la cual pesan más de cuatro siglos.

                                                Retablo dedicado a la Virgen de la Merced

Los frescos que engalanan los techos de la nave central son de estilo renacentista y fueron diseñados por los artistas italianos Luigi Rossi y Ernesto Bellandi.  

               Ángeles de estilo renacentista pintados por el pintor florentino Ernesto Bellandi

                Reproducción de la gruta de la Virgen de Lourdes en el momento de la aparición

                     Motivos de estilo renacentista abundan en diferentes espacios de la basílica

El grupo de vitreaux que se ubican tras  las puertas del ingreso suponen un trabajo de restauración y cuidado sumamente notables. El excelente nivel de conservación de las formas y los colores los vuelven una de las piezas de su estilo mejor conservados de todas las iglesias porteñas con una
antigüedad similar.

Sobre la entrada principal un grupo de imaginería realizada en hierro y bronce ofrece la bienvenida a fieles y visitantes. 

Basilica de la Merced 

Reconquista esquina Bartolomé Mitre (Buenos Aires)

Horario

Lunes a Viernes de 8.30 a 19 hs

Sabados y domingos: 10 a 18 hs

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