19 May
19May

1.EL ÁNGEL EXTERMINADOR 

- Hay mucha gente a la que le da miedo pararse debajo de su espada porque parece que se las va a clavar, me dice una antropóloga de la que nunca sabré su nombre y que, ante mi interés y curiosidad, me informa que está haciendo un relevamiento de tumbas antiguas en el interior del cementerio. Su figura y la de algunos de sus ayudantes – estudiantes de antropología o arqueología, supongo- es lo primero que diviso en la fresca y diáfana mañana en el Cementerio de Azul, uno de los diez sitios recomendados por la mayoría de las guías turísticas del país y que resulta un hallazgo para todos aquellos que sienten que en lugares como ese puedan encontrarse con verdaderas muestras artísticas que -por su belleza y originalidad- logran trascender el espíritu mortuorio que las envuelve.

La obra que engalana la entrada del cementerio es realmente monumental  e invita a quien se ponga delante de ella a que se tome un tiempo para observarla desde diferentes ángulos y elabore con ellos composiciones más que interesantes, que surgen de la inevitable combinación de las líneas geométricas con las que está diseñada y el azul del cielo que la recorta como telón de fondo. 

Sin embargo, más allá de la sorpresa que supone encontrarse con una pieza de ese estilo, la misma no resulta una extrañeza cuando se indaga acerca de la biografía del arquitecto Salamone y se toma contacto con las bases que forjaron la particular visión que tuvo en cuenta a la hora de desplegar su arte.

Pero más allá de ser una pieza artística digna de admiración, para buena parte de la población azuleña el ángel representa una figura maligna, de tintes temerarios y que explica, quizás, porqué muchos de ellos cuando tienen que visitar a sus muertos deciden hacerlo por una puerta improvisada en un costado del complejo y no por la puerta de acceso, ya que no soportan la idea de tener que pasar por debajo del coloso que mira desde arriba en clara señal de blandir su espada sobre cualquiera que ose atravesarlo desde abajo. - La gente le tiene miedo y la verdad es que da un poco de miedo. El ángel representa unos ideales de sociedad y civilización que dan miedo,  me dice entre risas la antropóloga que ya a esa altura me confesó ser egresada de la Universidad de la Plata y que llegó hasta Azul para investigar a fondo la obra de Salamone y su relación con el mundo social de la época partiendo de la información que arrojan las tumbas.  

2.UN CEMENTERIO A LA ALTURA DE LOS GRANDES DEL MUNDO 

Si bien el Angel exterminador del pórtico era la la pieza que más me interesaba ver dejé a un costado el prejuicio y decidí pasar por debajo de él.  Apenas atravesé la puerta me dí cuenta de que había hecho lo correcto ya que al encontrarme en el recinto de las tumbas supe que alcanzaría un acercamiento a obras arquitectónicas y escultóricas de gran nivel (ideal para amantes de la fotografía) a través de las cuales pude reconstruir el panorama político y social de quienes forjaron la historia del pueblo y le imprimieron su identidad.

La mayoría de las tumbas, panteones y capillas que sobresalen en el Cementerio de Azul fueron construidas a principios del siglo pasado y son la prueba fehaciente de una etapa de esplendor no sólo del país sino de Azul como centro residencial de la oligarquía bonaerense. Muchas de ellas se construyeron siguiendo las directivas de planos que provenian de artistas europeos y, en algunos casos (sobre todo de las familias que ocuparon cargos públicos) directamente las trajeron de ciudades como París, Carrara o alguna otra que integraba, por entonces, el circuito escultórico del Viejo Mundo.
Veamos algunas:

Terminada la recorrida del arte escondido en el cementerio caminé entre los angostos pasillos hacia la puerta de entrada. Al llegar divisé una gigantesca cruz que antes no había visto y que, según un artículo que había leído sobre la obra de Salamone, también era de su autoría. Desde allí observé las formas, las líneas, las curvas y las diferentes geometrías que integran el diseño arquitectónico e incluso urbanístico del espacio. 

El sol ya comenzaba a hacerse sentir y de a poco la gente comenzaba a llegar para llevar a cabo sus visitas. Atrás dejé la entrada que simula el recibidor de un viejo hospital público (de esos que salen en las películas de terror ambientadas en la década del 60) y volví a quedar frente a la base del misterioso ángel que, visto desde atrás, dejaba ver decenas de graffittis pintarrajeados en sus pies.

Me alejé de él, crucé la calle y desde la vereda de enfrente lo observé minuciosamente. El sonido de los pájaros ofició durante un buen rato como columna sonora de las imágenes que se imprimían en mi memoria y empezaban a fantasear esbozos de guiones cinematográficos. Durante un rato pensé que suerte hubiera corrido el Ángel de Salamone si en vez de Azul hubiera sido puesto en cualquiera de las grandes ciudades del viejo continente. Seguro que formaría parte del patrimonio artístico, histórico o cultural de la humanidad o habría grandes colas para verlo y ametrallarlo con disparos tal como sucede con las grandes obras de arte. Pero por suerte el Ángel no estaba ni en Berlín, ni en París ni en Firenze. 

Estaba en Azul, ahí parado incólume y soberbio frente a mis ojos, aislado del ruido citadino y exhibiendo su belleza y magnificencia como un antiguo coloso romano. Esperando ser descubierto y desafiando a quien se atreva a pasar por debajo de su espada e ingrese en el silencioso mundo de los muertos que se esconde tras de sí.

Más info:

Cementerio de AzulNecoche esquina Sarmiento (Allí mismo funciona el Centro de Exposiciones Arq. Salamone donde se pueden ver algunos objetos e infografías relacionados con la obra del artista).
Horario de Atención: L a V de 7 a 18 hs.Sábados, Domingos y feriados: 8 a 18 hs,

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