¿POR DONDE COMENZAR A DESCUBRIR LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES?
Desde hacía varios años tenía en mente comenzar a recorrer la provincia de Buenos Aires. Con una corta experiencia que abarcaba Tandil (por tener familiares allí y por haber sido mi primer viaje con apenas unos días de existencia), Mar del Plata (por ser el destino indiscutido de veraneo) y Monte Hermoso (cuando en 2013 hice un blogtrip junto a otros colegas blogueros). En el mientras tanto cada vez que veía artículos, crónicas o fotografías de algunos de los sitios mas emblematicos de la provincia me repetía hasta el cansancio cuándo me iba a decidir y largarme a la ruta.
Así es como este año, cuando aún intento recuperarme del Síndrome de Sthendal en el que me dejó sumido el último viaje a Italia, tomé la decisión de dar inicio al circuito bonaerense y descubrir la infinidad de espacios, historias,patrimonio, costumbres y cultura que se esconde en muchos de los pueblos y ciudades que pueblan la geografía de la masa bonaerense.
Tomada la decisión tenía que fijar un destino y ahí se me produjo un verdadero dilema ya que la mayoría de los lugares que colocaba en la lista competían en importancia para estar en el primer puesto y pasar a mi historia personal de viajero como el que oficiara de ritual de iniciación. Ante la indecisión agudicé la búsqueda de sitios que me proveyeran de la mayor información posible y di con Conoce la provincia una página que -a primera vista- me pareció depender de algún organismo oficial de turismo pero que, muy por el contrario, estaba hecha por "una familia viajera" que ama la provincia de Buenos Aires y "sueña con recorrer el país en años venideros y porque no, otros países".
Esa frase fue reveladora. La historia de esa familia y el excelente sitio que pusieron en la red (excelentemente documentado tanto con información como con imágenes de gran nivel) sería mi guía para comenzar el proceso de descubrir la inmensa provincia.
Cuando comencé a ingresar en los links que llevaban a diferentes destinos descubrí que había muchos lugares que desde toda la vida había querido conocer. La decisión no iba ser fácil. Tenía que encontrar algún tópico o espacio de interés que justificara mi elección. Así es como primero descarté los lugares que ofrecen mayoritariamente naturaleza (ya estoy totalmente asumido como "bicho urbano") y comencé a indagar en aquellos que, por el contrario, abundan en historia, cultura o alguna otra característica relacionada con aquellas. En ese ir y venir pasaron Carhué (con sus paisajes apocalípticos a consecuencias de las inundaciones en la década del ochenta), Guaminí, Laprida y otros más pero, al llegar a Azul, algo me dijo que debía detenerme allí.
Siendo muy chico, cuando viajaba a Tandil a visitar a mi familia durante las vacaciones de verano, había oído las más diversas historias acerca de la ciudad. Que allí funcionaban importantes tribunales (y para mí, en ese entonces la palabra "Tribunal" tenía un sentido casi sacramental), que allí había vivido el primer multihomicida de la historia criminal argentina (Mateo Banks) y que "el pueblo" (este concepto esgrimido desde la otredad tandilense) era muy lindo y con gente muy amable.
A todo eso se sumaba, claro está, aquello que mi imaginación elucubraba acerca de una ciudad que tenía el nombre de un color y que no distaba mucho de cualquier paisaje Burtoniano. De esa manera, y con el dato reciente de que la ciudad es una de las tres capitales cervantinas (junto a Guadalajara en México y la española Alcalá de Henares) y que atesoraba buena parte del patrimonio arquitectónico del controvertido Francisco Salamone decidí que la ciudad sería mi punto inicial en el descubrimiento de la provincia.
AZUL: UNA CIUDAD DE GEOMETRÍAS, LIBROS Y OCULTISMO
Semana santa fué el momento indicado para iniciar el rally bonaerense. Habiendo dejado atrás una terminal de Retiro superpoblada y recorrido los 300 km que me separaban de la Capital Federal el micro comenzó la lenta procesión para ingresar al centro de la ciudad. Al llegar a la entrada vi el monumental Cristo y las letras constructivistas ideadas por Francisco Salamone (un gran personaje del cual hablaremos luego y que con su obra signó a Azul y a otras localidades de la provincia con su particular estilo) y tuve la sensación de que ambas eran una pequeña muestra de lo que vería allí una vez que estuviera instalado.
En el camino hacia la terminal de ómnibus observé que el paisaje se asemejaba al de cualquier otro pueblo o ciudad de provincias y los parroquianos en bicicleta y los perros callejeros cruzando libremente hacia un lado y otro la ancha Avenida Piazza me hicieron dar cuenta de que había cambiado el tiempo y el espacio de la furiosa capital porteña. A medida que el micro avanzaba en el recorrido comenzaron a aparecer por la ventanilla muestras de un pasado glorioso que se alzaban como el fiel reflejo de cómo habían sido los orígenes de la ciudad y quiénes la poblaron. (La cúpula de esta foto corresponde a una escuela pública actualmente en funcionamiento en el edificio que antaño fuera una mansión).
El micro finalmente se estacionó en el interior de la terminal y los pocos pasajeros que venían conmigo se esfumaron antes de que pudiera darme cuenta. Era el jueves santo de las pascuas del 2016 y mediodía. Salí de la terminal y no vislumbré un alma hasta un rato después. La siesta es ley en las ciudades del interior y Azul, en ese sentido, parecía no ser la excepción a la regla. Tomé el mapa de la ciudad y me di cuenta de que estaba a mas o menos un kilómetro del centro. Si caminaba en línea recta por la Calle San Martín llegaría a la plaza del mismo nombre así que decidí caminar bajo el solcito estival y mientras tanto ir descubriendo la ciudad. En el camino vi a pocas personas y la mayoría de los negocios estaban cerrados (quizás por el feriad o quizás por ser la hora de la siesta).
Y al llegar a una esquina me encontré con este graffitti que fué el primero de una serie de manifestaciones artísticas urbanas que merecen un posteo especial. Cuando aún no me había recuperado de las formas, texturas, colores y el extraño universo que propone la Dama del ojo en el pecho llegué a una esquina y sentí estar dentro de un manual de arquitectura en el capítulo dedicado al constructivismo ruso.
Las líneas en todas sus posiciones y una variedad de elementos geométricos parecían apoderarse del paisaje y delinear con ellos las formas de los edificios y construcciones del centro cívico de la ciudad.
Luego de haber atravesado por ese universo de líneas, rectas, diagonales y circunferencias llegué a la Plaza San Martín que es como un compendio de todo lo que había visto desde que bajé del micro hasta que llegué allí.Muchos autores y cronistas la definieron como un espacio expresionista, digno de Fritz Lang (de hecho muchos la llaman la "Plaza Metrópolis"en alusión al film del director) o bien como uno de los decorados de la mítica Flash Gordon (según una apreciación de Mariana Enríquez quien visitó la ciudad y participó del Congreso dedicado a la obra de Salamone que se hizo hace algunos años).
Parado en el medio de las líneas zigzagueantes que atraviesan la plaza y que la vuelven un espacio que enloquecería a David Lynch giré la mirada en 360 grados y sentí la alegría de haber tomado la decisión correcta: ninguna otra ciudad más que Azul era con la que debía comenzar a conocer la vasta provincia de Buenos Aires. Mi llegada a aquel paisaje onirico e inolvidable superó las expectativas de lo que alguna vez había fantaseado con aquello que se escondía detrás de una ciudad con el nombre de un color. La realidad muchas veces supera la ficción pensé ( y en ese sentido, como sucedía con la siesta, Azul tampoco era la excepción).
DATOS ÚTILES
Cómo llegar
La ciudad de Azul se encuentra a 299 kms. de la Ciudad de Buenos Aires.
En automóvil se puede llegar tomando la Ruta Nacional Nº3.
Bus: desde la Terminal de Ómnibus de Retiro parten a diario servicios de diferentes empresas.
Cuantos días ir
Para conocer la ciudad de manera tranquila y en todos sus aspectos se recomienda disponer de al menos tres días. Tomarla como opción de fin de semana largo es una buena opción.
Donde alojarse
Dadas las dimensiones de la ciudad y que aún no está explotada turísticamente no existe una gran oferta hotelera. Para una estadía de gasto medio se recomienda el Gran Hotel Azul, ubicado estratégicamente frente a la Plaza San Martín y que cuenta con interesantes servicios de bar restaurante y confitería.
Qué visitar
* Cristo de la entrada a la ciudad y el Matadero (ambos de Salamone)
* Plaza San Martín
* Casa Ronco (donde se encuentra una colección de casi 3000 volúmenes entre Quijotes y Martín Fierro la cual le valió a la ciudad la designación como ciudad Cervantina).
* Museo Etnográfico (donde hay una importante colección de objetos gauchescos y de orfebrería mapuche)
* Cementerio de Azul (con el imponente Ángel exterminador y la fachada de Salamone)
* Grupo escultórico de Regazzoni dedicado al Quijote de la Mancha
* Parque Sarmiento
* Costanera Catriel