Todas las grandes capitales del mundo cuentan entre su patrimonio artístico, histórico y cultural algún café que la tradición y el público lo transformaron en notable. Así es como en París el Cafe del Flore o el Aux Deux Magots evocan los dorados años parisinos ya pasados o el Café Florian en Venecia se mantiene como testigo silente de una cantidad enorme de personajes y acontecimientos que lo atravesaron, en Río de Janeiro, la Confiteria Colombo es la mejor muestra de un pasado bohemio y en el que los ecos de la Belle Epoque se hicieron sentir con toda su fuerza.
Ubicada en una de las calles más céntricas del casco histórico de Río, la confitería aparece como una verdadera joya arquitectónica en medio de una decena de construcciones modernas, edificios, tiendas comerciales y un enjambre humano que la atraviesa a diario por ser una de las zonas más neurálgicas de la ciudad. De ese modo, no es difícil reconocerla cuando se camina por el centro de la ciudad ya que no sólo su fachada en estilo art decó la vuelven fácilmente identificable sino, además, por las extensas filas de turistas y parroquianos que a diario la visitan por ser uno de los puntos más emblemáticos de la cultura y de la vida carioca.
UNA CONFITERÍA DE LA BELLE EPOQUE EN TONO CARIOCA
Si bien para muchos de los miles de turistas que atraviesan el casco de Río la Confeitaria les puede parecer sólo un café de características preciosistas lo cierto es que es toda una pieza histórica que, cuando fue fundada en 1894 significó no sólo un café donde se dió cita rápidamente la intelectualidad carioca de entonces sino que, además, fue una muestra de cómo era la vida europea mientras se desarrollaba allí el proceso histórico y cultural conocido como la "Belle Epoque". Así es como mientras en París Georges Melliés dejaba a una audiencia boquiabierta con la proyección de su famoso viaje a la luna y el Moulin Rouge era el lugar predilecto poder evadirse de la mundanal vida de fin de siglo, en Río de Janeiro los inmigrantes portugueses Joaquim de Meireles y Manuel Jose Lebrao decidieron emprender la aventura de montar allí un espacio que abergara a lo más excelso de la vida cultural brasileña y dejara en evidencia que los brasileros merecían un espacio a la altura de los grandes cafés de París, Roma o Berlín.
A partir de ese momento, los socios portugueses hicieron de la Confiteria su razón de ser y gracias a las ganancias que fueron acumulando desde su apertura, fueron modificando el edificio hasta convertirlo en el espacio tal cual como puede verse en la actualidad. Según cuentan historiadores especializados entre 1912 y 1918 los salones fueron reformados y se incorporaron algunas piezas traidas especialmente de Europa (como los espejos y vitreaux encargados a Amberes o algunos mobiliarios y tapices traídos de Francia e Inglaterra) Para 1922, debido a la gran afluencia de público y la demanda gastronómica que crecía día a día, sus fundadores decidieron abrir un piso más sobre la estructura de la planta baja e inaugurar allí un salón de té con un enorme ojival que funcionaba como fuente natural de iluminación y que les sirvió para descomprimir de público al salón de la planta baja.
Desde entonces, por allí pasaron los personajes más reconocidos de la historia, del mundo del espectáculo, de la literatura y de la música. En este fotorreportaje los invito a descubrir en imágenes los rincones más increíbles que atesora este verdadero emblema de la cultura carioca.
En la entrada de la confitería los visitantes pueden inmortalizar su visita y llevarse un recuerdo impreso con un marco en estilo Art Nouveau tal cual como se los hacía en los tiempos de su inauguración.
La evocación histórica atraviesa cada uno de los espacios de la confitería e invitan al visitante a forjar la idea de tradición y legado histórico que sugiere el lugar. Para quienes quieran indagar en la historia del café pueden asistir de manera gratuita a una proyección de siete minutos en la que se cuenta brevemente el derroterro de la Confiteria desde su inauguración hasta la actualidad.
La planta baja cuenta con una serie de mesas de hierro y mármol en estilo francés que dan la sensación de estar en otro tiempo. Los espejos, los tapices, las vitrinas y los exhibidores de pastelería francesa lo vuelven una veradera locación cinematográfica.
Los enormes y logrados vitreaux representan el momento de la conquista del Brasil a manos de los marinos portugueses y dan cuenta de las reiniscencias europeas de fines del Siglo XIX.
El enorme vitreaux del primer piso además de ser una verdadera obra de arte es una de las mayores entradas de luz que se esparce por todo el salón dándole al espacio unas tonalidades ocre muy características.
Parte del mobiliario se mantiene desde la inauguración y es sometido a restauraciones constantes por estar considerados ya patrimonio histórico de la ciudad.
Tapices de estilo renacentista y barrco engalanan varias de las paredes del salón de té del primer piso.
Confeitaria Colombo
Dirección: R. Gonçalves Dias, 32 - Centro, Rio de Janeiro - RJ, 20050-030, Brasil
Horario de atención: Lunes a sábados 11 am- 18 am