Todas las grandes capitales del mundo cuentan entre su patrimonio artístico, histórico y cultural algún café que la tradición y el público lo transformaron en notable. Así es como en París el Cafe del Flore o el Aux Deux Magots evocan los dorados años parisinos ya pasados o el Café Florian en Venecia se mantiene como testigo silente de una cantidad enorme de personajes y acontecimientos que lo atravesaron, en Río de Janeiro, la Confiteria Colombo es la mejor muestra de un pasado bohemio y en el que los ecos de la Belle Epoque se hicieron sentir con toda su fuerza.