11 Dec
11Dec

LAS CASUALIDADES NO EXISTEN (Y SI EXISTEN SON EN BLANCO Y NEGRO)

Cada vez me convenzo más de que las casualidades no existen. Ya les conté en un posteo anterior que este último viaje que hice tuvo características angeladas, además de haber estado plagado de seres con alas. Es muy cierto también que, el gran ángel que se alzó como uno de las muestras más interesantes del periplo no fue otro que el que encabeza la Torre de la Victoria en Berlín, y que sirvió de excusa a Wim Wenders para contar la encantadora historia de Las Alas del deseo.

Pero lo cierto es que a Wenders no sólo lo tuve presente en Berlín con sus ángeles inconformistas y sus trapecistas oscuros, sino que, además, al llegar a Lisboa me fue imposible no evocar su presencia y compartir su particular mirada de Historias de Lisboa (donde deambula por la ciudad haciendo uso de su amor por el séptimo arte) o de El estado de las cosas, en la cual eligió el blanco y negro como el medio de expresión más idóneo para plasmar estados de ánimo, sensaciones y sentimientos.

Así es como al regresar a Buenos Aires inmensa fue mi sorpresa cuando me enteré de que la Sala Lugones del Teatro San Martin preparaba un ciclo dedicado al gran Wim Wenders, y entre la decena de films que habían programado, casualmente, estaban aquellos que tanto me influenciaron en el modo de ver las ciudades por las que anduve durante todo un mes.Es por eso que para comenzar a contar Lisboa lo voy a hacer por el Chiado, barrio donde me hospedé y que gracias a sus calles, su gente, su movida y la ginjinha que noche tras noche tomé en el Café Brasileira, terminé adoptando como mi lugar mientras duró la estadía en la ciudad. 

Y como finalmente me convencí de que las casualidades no existen, para contarlo, voy a apelar al “modo Wenders” (o sea, a través de imágenes en blanco y negro, por que creo que no hay otra forma de poder expresar todo lo que ese sitio representa)

AMOR A PRIMERA VISTA

Cuando el taxi se perdió en el ajetreo de las grandes avenidas tuve la impresión de que Lisboa sería una ciudad con demasiado movimiento y repleta de gente, pero a medida que el auto empezó a recorrer las callejuelas que subían y bajaban incesantemente, todo lo que se me presentó ante los ojos me produjo un estado de encantamiento casi instantáneo. Y para cuando el chofer frenó, justo enfrente de la antigua Livraria Bertrand, sentí que Lisboa se me había convertido en un nuevo lugar en el mundo.

El tiempo pareció ponerse automáticamente en modo "slowly" y la gente, que caminaba tranquila por los empedrados impolutos de la Rua Garret me hicieron sentir no sólo que había ingresado en otra realidad sino que la ciudad era tanto o más de lo que había escuchado por boca de otros viajeros. Casualmente el hotel donde me hospedé se llamaba Borges, y como si con esa casualidad no alcanzara, pegado a él se encontraba el famoso café Brasileira con la estatua de Fernando Pessoa sentado inmóvil esperando a que aparezca un transeúnte con ganas de fotografiarse junto a él y que lo sacara del estado de soledad que denotaba la silla vacía ubicada a su lado.

 Frente al hotel descubrí una antigua casa de ropa de estilo modernista, que había visto en miles de fotografías de la ciudad y que atesoraba desde principios de siglo XX una leyenda dorada que rezaba París em Lisboa, todo un símbolo vivo de lo que había sido la ciudad por entonces. No podría haber elegido mejor lugar para hospedarme. El día arrancaba frío pero soleado, y mis ganas de conocer la ciudad eran proporcionales a la cantidad de sitios que había planificado visitar. 

En el avión había estado leyendo un poco acerca de las características del Chiado, ya que como iba a ser el sitio donde más tiempo pasaría, venía bien recabar datos sobre él. Según cuentan los historiadores, hay diferentes versiones acerca del origen de su nombre. Unos dicen que obedece al ruido que hacían las ruedas de los carros antiguos que pasaban por sobre el empedrado, y otros, más amigos de la idea de que el barrio fue uno de los espacios más bohemios y culturales de la ciudad lo atribuyen a un homenaje a Joao Almeida Garret, escritor que dió nombre a la Rua Garret y que esta considerada la principal arteria del barrio.

Pero la historia del Chiado no está formada sólo por interpretaciones románticas o un pasado de poetas. En el año 1988 la zona sufrió un voraz incendio  que comenzó en una tienda de la Rúa do Carmo y se propagó a otros edificios aledaños produciendo una gran destrucción en el perímetro que lo conforma. Desde entonces se realizaron importantes trabajos de reconstrucción que lograron restaurar gran parte de las pérdidas ocasionadas al importante patrimonio arquitectónico que allí descansa.

Datos útiles para descubrir el Chiado

Ubicación
El Chiado se encuentra en el Bairro Alto y se extiende a lo largo de la Rúa Garret, desde el Elevador de Santa Justa hasta la Plaza do Camoes. 

Medios de transporte
Metro (Estación Baixa/Chiado), tranvías de línea urbana (ver mapa de transportes)

Qué ver
* Elevador de Santa Justa
* Iglesia de Sao Roque
* Iglesia do Carmo
* Teatro Nacional Sao Carlos
* Museu do Chiado

Dónde comer
En la zona hay varios sitios de comida rápida y también restaurantes donde pedir platos típicos. Una buena opción es el patio de comidas del Armazens do Chiado, Shopping de tres plantas que tiene una buena oferta gastronómica, a buenos precios y en los que se puede pagar con todas las tarjetas de crédito.
En cuanto a cafetería, el sitio que bajo ningún punto de vista pueden dejar de ir es el Café Brasileira. Allí les recomiendo tomar cualquier tipo de bebida, acompañada por la típica ginjinha de Porto. Además ofrecen una selecta variedad de pastelería, entre las cuales el bolho y el pastei de nata son las estrellas.

Qué comprar
En esa zona hay muchas casas de moda de diseñadores internacionales, aunque tengan en cuenta que los precios son similares a los de otras ciudades. Si quieren comprar discos, libros o películas a buen precio, el FNAC del Armazens do Chiado es la mejor opción.
En cambio, si lo que buscan es libros, y además, un encuentro con la historia de Lisboa, no dejen de visitar en Rua Garret la Livraría Bertrand, una de las mas antiguas de la ciudad y que ocupa el mismo edificio desde su inauguración a principios del mil novecientos.

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