La primera vez que supe de Rila fue buceando en el mapa del bloque conocido como Europa del Este. Por entonces aún no había visitado ninguno de los países que durante años habían formado la Cortina de hierro y todo lo que de allí provenía se me volvía mítico, antropológico y digno de seguir plasmando en documentales. Al ingresar "Bulgaria" en el buscador me aparecieron imágenes de la Catedral de Alexander Nevski, las cúpulas y minaretes de Plovdiv y una sucesión empalagosa de frescos renacentistas agrupados bajo la calificación de "La Sixtina de Europa Oriental".
¿Es esto real? recuerdo que me pregunté y abrí una nueva pestaña en el navegador para ampliar esa explosión de color e imágenes de estilo ruso que me dejaron atónito y con una enorme ansiedad al pensar cuántas maravillas esconde el mundo y que sólo tenemos una vida (corta, siempre que se habla en término de destinos turísticos) para descubrirlas y atesorarlas en la memoria. Así es como dí con una página especializada en arte bizantino del medioevo y el renacimiento y allí me ampliaron aquella mínima información que de modo escueto -y a modo de propaganda para salir corriendo a comprar un pasaje a Sofía- significó el puntapié para posicionar a Rila como destino rojo (así llamo yo a las ciudades que por alguna razón merecen la pena ser conocidos en el próximo destino).
En minutos armé una carpeta y comencé a guardar allí toda la información relacionada con aquel lugar, mítico, cargado de oscuridad medieval y que clama a gritos ser incorporado como escenario en cualquier película de las tantas que se piensan y filman en el mundo occidental. Desde ese momento hasta la llegada efectiva a Bulgaria pasaron más de tres años. Durante ese tiempo no sólo acumulé imágenes sino que, además, tuve la suerte de cursar en el profesorado la asignatura Edad Media la cual me brindó un marco propicio para poder dimensionar y entender la importancia de los monasterios en la historia de Europa y cuánto influyeron con su legado a las generaciones y a las mentalidades futuras.
EL MONASTERIO DE RILA: ENTRE EL PODER DE LA IGLESIA Y EL PODER FEUDAL
Si las imágenes de lo que muchos estudiosos del arte consideran como el cenáculo donde habita la "Capilla Sixtina de Oriente" me cautivaron y embelesaron por partes iguales, la historia del lugar y de todos los que lo atravesaron no pudieron más que obrar a favor de consolidar un fanatismo indescriptible y las ganas irrefrenables de llegar a Bulgaria para visitarlo. Así fue como apenas llegué a Sofía, ni bien instalado en el hotel, compré la excursión al monasterio y pese a no haber resultado fácil (el mes de enero en aquellas latitudes siempre es un problema porque los temporales, las nevadas, o el anegamiento de rutas y caminos a veces dificultan la llegada) conseguí una fecha cercana para realizar la visita.
Rila se encuentra a unos 120 kilómetros de la capital búlgara y para llegar hasta ella hay que atravesar un alucinante recorrido por bosques, montañas, paisajes rurales y algunas pequeñas ermitas religiosas de la edad media que se ubican al costado de la ruta y que ofician de guardianas y custodia de cada uno de los viajeros que pasan delante de ellas con la alegría de saberse, en poco tiempo, en las puertas del monasterio. Una vez que se llega allí la entrada se vuelve humilde, sencilla y lo primero que sobreviene es una sensación de decepción, ya que para estar frente a frente de las imágenes que uno lleva impresas en la cabeza hay que pagar la entrada en boletería, atravesar el pórtico derroído y así finalmente ubicarse frente a ellos y presenciar -en primera persona- la belleza de las cúpulas, la iconografía ortodoxa y los rostros de los monjes con barbas que les llegan hasta la mitad del cuerpo y que observan molestos la intromisión de turistas en un espacio que fué creado para disfrutar del silencio y la reflexión.
Es inevitable que al pararse frente a los frescos de la Iglesia que engalana el monasterio no se sienta el peso de los diez siglos que reposan sobre sus líneas y colores diversos. Según cuenta la historia oficial, el monasterio se habría construído a mediados del siglo X a pedido de un ermitaño ortodoxo conocido como Juan de Rila y del cual se sabe que, además de lacónico y austero, gustaba de descansar dentro de un árbol ubicado en el recinto, tallado a mano como si se tratara de un féretro al mejor estilo del Conde Drácula.
Desde aquella fundación y hasta bien entrado el S. XIV el monasterio fue un claro ejemplo de concentración del poder feudal que ejerció la Iglesia y un verdadero receptáculo de los bienes culturales búlgaros que, por muchas de las invasiones que sufrían por parte del ejército otomano, se hacía necesario esconder, conservar y preservar de posibles ataques. Pero como bien podrán ver en las imágenes, el monasterio sobrevivió mucho mas alla de aquella decadencia medieval y hasta supo resurgir de las cenizas, cuando a principios del S. XIX se incendió producto de los ataques del Imperio Otomano que desde siempre intentó dominar la zona y volverlo una de las tantas gemas religiosas y culturales que detentaron los turcos haciendo uso de su sed expansionista y hegemonizante del mundo bizantino.
A continuación los invito a ingresar en el Monasterio de Rila y su increíble muestra de arte renacentista. Pasen, observen y guarden en la retina la que, en lo personal, fue una de las visitas más increíbles que haya hecho en todos mis viajes por el este europeo:
Fiel al estilo bizantino y de influencia turca, tanto la torre principal como las paredes del Monasterio y los arcos exhiben una serie de guardas negras y blancas (también las hay terracota y blancas) típicas de aquella zona.
El interior del monasterio cuenta con una iglesia de estilo medieval en la cual se pueden apreciar una cantidad de objetos religiosos que dan cuenta del poder que concentró la institución eclesiástica durante el Feudalismo y de cómo Bulgaria supo ser uno de los grandes centros comerciales, políticos y culturales de la región.
Al lado del monasterio se encuentra la Iglesia principal de ella y, detrás suyo, el espacio en el que actualmente habitan siete monjes ortodoxos de avanzada edad. El lugar es de una enorme apacibilidad y el silencio y el marco que lo rodea hacen de la visita una experiencia espiritual sin precedentes.
Los frescos se pueden observar al aire libre y requieren de que se les dedique un buen tiempo de atención (una hora puede ser un tiempo razonable para admirar las ciento de imágenes que ilustran los muros que tienen más de mil años) Les recomiendo dedicar ese tiempo porque son el corazón mismo del lugar y una de las obras mejor conservadas del renacimiento búlgaro.
Sobre una de las paredes se exhiben cómo los diferentes ángeles del santoral cristiano supieron echar a los distintos demonios que traicionaron a Dios e intentaron corromper al hombre católico. Las formas, las líneas, los trazos y la vigencia de los colores invitan a la pregunta de cuánto le cuesta a la UNESCO y a los encargados de custodiar el patrimonio artístico y cultural de Bulgaria la tarea de conservación de semejante obra pictórica.
Sobre una de las paredes pintadas el viajero puede tomar un descanso en algunas de las sillas de madera que rodean a la Iglesia y sentir el peso de más de tres siglos de historia en sus piernas.
La imagen de San Miguel Arcángel pisando la cabeza de un demonio se transformó en un verdadero ícono del monasterio. Reproducido hasta el hartazgo en las diferentes publicidades que se hacen para promocionar el monasterio y la pequeña ciudad de Rila, es una de las imágenes más conocidas y más visualizada en internet y publicada en redes sociales.
Los frescos que representan el momento del Juicio Final es uno de los que más asombra tanto por la fidelidad de las imágenes que representa como por ser uno de los que mejor conservados está.
La Virgen María en versión bizantina engalana una de las cúpulas externas y la recova de los frescos
Los frescos no sólo se produjeron en las paredes sino que, además, ilustran cúpulas, columnas, arcadas y fachadas varias.
La lucha entre las fuerzas del cielo y las demoníacas son el leitmotiv que más se repite en toda la muestra
La inmensidad de los frescos obligan a utilizar grandes angulares o pensar detalladamentela composición de la imagen
A un costado de la Iglesia se encuentra una pequeña tienda de recuerdos en la que se pueden adquirir todo tipo de souvenirs además de libros, música, iconografía bizantina plasmada en varios objetos y algunas bebidas que se realizan en el interior de
Antes de salir del recinto la plaza principal ofrece una de las vistas más maravillosas del monasterio en la cual se observan las ventanas de las distintas habitaciones. Con un balcón de madera que oficia de mirador, ese espacio se transforma en una verdadera postal y expone el modo de vida de los pueblos que alguna vez formaron parte del imperio bizantino o imperio romano de Oriente.
Datos Útiles
El monasterio está abierto para los visitantes de 7.00 a 20.00 horas todo el año. La entrada al patio principal es libre. Si se quiere visitar la Torre Jreliyova o alguno de sus museos, sí hay que pagar una entrada a cada uno de ellos.La Torre Jreliyova está abierta al público del 1 de junio al 30 de septiembre.
El Museo Etnográfico (que incluye la entrada a las antiguas cocinas del Monasterio), el Museo de Iconos ortodoxos y el Museo de Historia Eclesiástica:
De junio a septiembre: todos los días de 08.30 – 19.30
De octubre a mayo: todos los días de 08.30 – 16.30Estos son los horarios oficiales, no obstante te avisamos que el Museo Etnográfico suele estar cerrado, excepto en Verano. El Museo de Historia Eclesiástica sí que cumple el horario de Verano y de Invierno que indica arriba.Precio de las Entradas:
Museo de Historia Eclesiástica:
Adultos 8 BGN.
Estudiantes 1 BGN.
Abono familiar (padres con niños) 3 BGN por adulto y 1 BGN por un niño.
Alojamiento en el Monasterio
El monasterio ofrece alojamiento ya que cuenta con algunas celdas monásticas adaptadas para visitantes. El único requisito que requieren es que asistan hombres o mujeres solteras o, en caso de ir en pareja, certificar que están casados (debido a normas religiosas y morales de la Iglesia Ortodoxa búlgara) Para efectuar la reserva deberán ponerse en contacto con el monasterio y allí solicitar el alojamiento. Si desean pasar una noche allí tengan en cuenta que los monjes sólo responden en búlgaro por lo cual les recomiendo que pidan en el hotel donde se alojen si son tan amables de hacerles de traductor para que la gestión llegue a buen puerto y no genere contradicciones o malos entendidos.
Fuentes consultadas: