Cuando se camina algunas horas por las expectantes calles del Barrio de Saint Michel, llega un momento en que las fuerzas del viajero, indefectiblemente,flaquean. Maravillado por todo aquello que el barrio le ofrece (bares, cafés, librerías, tiendas de ropa, mercados y un sinfín que no entrarían en este párrafo) éste suele perder la noción del cansancio ,y es por eso que, cuando en medio del cemento más duro, se encuentra con los paradisíacos Jardines de Luxemburgo, recien allí toma conciencia de lo necesario que era hacer un alto en el camino.
Llegar a la entrada principal del Jardín (la que se encuentra sobre el Bvd. Saint Michel esquina Rue Vaugirard) y vislumbrar a través de las rejas el verde uniforme del pasto celosamente cortado y los palacios que contrastan con el cielo grisáceo supone sacar un billete en la máquina del tiempo a las épocas en que los reyes no escatimaban en gastos y en las que París no era ni más ni menos que el corazón de una Europa que intentaba su lugar en el mundo.
Según cuentan los historiadores, los Jardines de Luxemburgo fueron mandados a construir por María de Médicis a inicios del 1600 cuando se cansó de pasar sus días en los jardines del Louvre y pidió que le crearan otros, en cualquier punto de la ciudad, pero que fueran mucho más espaciosos para así convertirlos no sólo en centro de recreación sino, también, en un lugar donde pudieran convivir las más distinguidas manifestaciones artísticas.
Así es como una vez conseguidos los terrenos (que por entonces eran mucho menores que las dimensiones que ocupa actualmente) la reina contrató a Jacques Boyceau (uno de los mejores paisajistas de la época) quien diseñó un proyecto arquitectónico y escultórico que jamás se llegó a edificar en su totalidad, aunque no es poca cosa la cantidad de esculturas que llegaron a ver la luz y que aún hoy subsisten gracias a un cuidadoso trabajo de mantenimiento y restauración.
Algunos años después de la muerte de María de Médicis - y ya en épocas de la Revolución Francesa- el Palacio de Luxemburgo se convirtió en una cárcel donde se cometieron los más atroces crímenes en nombre de la revolución y, algunos siglos más tarde, en tiempos de la Segunda Guerra Mudial, sus floridos jardines albergaron uno de los búnker más importantes de Francia. En la actualidad, allí funciona la sede del Senado nacional y en su interior se llevan a cabo los mas diversos encuentros culturales.
Acompañanos a descubrir los secretos del jardín más excéntrico y mejor cuidado de la Ciudad luz:
La mayoría de las esculturas que pueblan los espacios verdes son de estilo neoclásico y representan diferentes personajes de la mitología griega. En este caso se ve una reproducción de una Diana cazadora, símbolo de la fortaleza y la valentía que se supone eran el ideal de aquella época.
El frente del Palacio de Luxemburgo es uno de los iconos turísticos más reconocidos de la ciudad. Además, junto a la Conciergerie (ubicada a orillas del Sena) y los palacios del Louvre, el de Chaillot y el Royal forma parte de los palacios de visita obligada cuando se pasa una estadía en la ciudad.
Las fuentes adornadas con "puttis" de estilo Rafaelino abundan por las casi 25 hectáreas que tiene el predio.
Sólo dedicarse a apreciar las estatuas es un paseo inolvidable a la vez que reparador y relajante en medio de las bocinas, las sirenas de ambulancia y el tráfico ensordecedor de los alrededores.
En invierno los jardines muestran su otra cara. Despojados de las especies florales en su máxima expresión, regala algunas imágenes como éstas que parecen salidas del pincel de cualquier pintor surrealista. Los estanques suelen congelarse y ver esos espacios nevados pueden ser la excusa perfecta para improvisar una salida fotográfica.
Si bien hay varias fuentes en los diferentes jardines que forman el complejo, la Fuente de María de Médicis es la más importante. Ubicada a pocos metros de la entrada principal cuenta con una serie de personajes neoclásicos que exhibe los símbolos de la realeza francesa. Los escudos, la flor de lis (símbolo del Rey Sol) y los personajes derramando agua una y vino el otro (del cual se podría inferir que éste último no sea otra que una representación del Baco) dan la idea de bienestar y poderío real de aquellos años.
Con el paso de los años el patrimonio escultórico y arquitectónico del lugar se fue aggiornando y es por eso que en la actualidad se pueden ver algunas piezas de estilo moderno y otras que contrastan con aquellas clásicas que definen el estilo de los excéntricos jardines.
Otros de los motivos elegidos para las esculturas son las figuras de personajes de la nobleza que formaron parte importante de la historia del país.
Cualquier época del año es buena para visitar los jardines. Si viajan en los meses que comprenden el período de marzo a Setiembre podrán ver las fuentes en todo su esplendor y con los espacios florecidos en su mayoría (eso sí, tengan en cuenta que en los meses de temporada estival europea todo suele estar atestado de gente y estos jardines, en especial, suelen transformarse en un oasis para paliar los efectos del calor parisino que puede llegar a superar la barrera de los cuarenta grados).
En cambio si van en los meses de otoño o invierno podrán disfrutar tranquilamente de los espacios, aunque claro está, sin sol ni flores. Si eligen esta opción podrán compensar con una visita al Museo de Luxemburgo (ubicado en los interiores del actual Senado) o bien con una visita guiada por el Senado, que suelen hacerlas a diario. Además, si viajan con niños también hay un pequeño teatro de marionetas que representa parte de la historia de Francia, y en especial, de algunos hechos y personajes que pasaron por los Jardines.
Datos útiles:
Jardines de Luxemburgo
Museo de Luxemburgo (dependiente del Senado Francés)
Álbum de fotos oficial
Cómo llegar:
RER: Luxembourg, línea B
Metro: Notre-Dame-des-Champs (Línea 12)
Bus: líneas 21,27,38,58,82,83,84,85 y 89