18 Feb
18Feb

A los pocos días de estar en París, un día abrí mi Facebook y me encontré con el mensaje de una ex compañera del colegio –  a quien cabe aclarar que no veía desde entonces – que decía: “¿Estas en Parissssss? (dixit)… Andá a la puerta de Channel por mi… o a las Galerías Lafayette que son el sueño de mi vida”. Luego de leer el mensaje y de hacer un esfuerzo para imaginarme las razones por las cuáles tendría que ir a la puerta de la casa Channel o a la de las Lafayette, me dí cuenta de que tal empresa era una pérdida de tiempo ya que por más vueltas que le diera, ambos lugares parecían un espacio reservado para el mundo femenino y probablemente ningún efecto surtiría en mí una visita.

Pero lo cierto es que una mañana, caminando por el Boulevard Haussman en dirección al Teatro de la Ópera, frené en un semáforo y me encontré de frente a la fachada principal de las galerías. Una señal, pensé enseguida, así que como buen viajero que no tiene problema en desviarse del camino, entré en las Galerías y me sorprendí gratamente.

Las galerías son realmente increíbles. En sus interiores, además de un sinfín de cosméticos, ropa para hombre y  mujer, calzado, maquillajes, perfumes, productos de marroquineria y todos los objetos de lujo más caros y excéntricos que puedan imaginarse, se encuentran una cúpula vidriada de los años de la belle epoque y un patrimonio arquitectónico muy bien conservado.

Además, para las turistas que quieran vivir la experiencia de un desfile de moda de grandes diseñadores, allí pueden hacerlo de forma gratuita, ya que todos los días por la tarde se llevan a cabo pasarelas en uno de los exclusivos salones del edificio, dedicado especialmente para tal fin.

Al volver al hotel, bajé las fotos en Facebook y etiqueté a mi amiga para que se enterara de que había cumplido con su pedido. A los pocos minutos me agradeció emocionada y yo le retribuí la intención, ya que de no haber sido por pedido, me hubiera perdido la posibilidad de conocer un lugar muy bonito, lleno de arte e historia. Una nueva lección me dio París: cuando se dejan de lado los prejuicios, ella siempre tiene un as en la manga para dejarnos con la boca abierta; y ésa no fue la excepción.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.