Tantos fueron los consejos que me dieron quienes ya habían estado en Berlín que llegué a la conclusión de que era un buen momento para romper con mi dogma viajero y contratar una excursión con guía especializada en español para realizar el trayecto conocido como la Ruta del Tercer Reich. Si bien esta es una ruta que se puede hacer individualmente, en muchos casos se complica la búsqueda de información acerca de los lugares donde sucedieron los hechos más importantes del período que abarca (entre 1932, año de inicios del nazismo y 1945, con el fin de la segunda guerra mundial) además de otras cuestiones operativas (como horarios y formas de acceso a los lugares) sumadas al impedimento lingüístico que es todo un tema sobre todo si no se tienen siquiera los conocimientos básicos del alemán.
Así es como mediante una página web contraté la excursión y, ya instalado, una fría mañana de enero me dirigí a la estación de metro ubicada frente al Zoologischen Garten y allí me encontré con Marta, una española que llevaba viviendo más de dos años en Berlín y que había encontrado en esto de guiar turistas por los laberintos del nazismo una forma de combinar trabajo con su pasión por la historia (la cual se notó ni bien comenzó a brindarnos la explicación). Apenas nos encontramos me acompañó hasta la taquilla del metro y allí compré un billete para día completo, ya que con él subiríamos varias veces a diferentes metros y buses para trasladarnos por los lugares que formaban el recorrido, el cual estaba previsto para más o menos medio día, siempre y cuando el clima nos ayudara y no cayera una nevada copiosa que nos obligaría a dejar donde nos tomara, y continuarla al otro día.
Ya con el billete en la mano, al regresar al punto de encuentro, otros turistas nos esperaban y con el grupo completo dimos comienzo al tour que prometía mucha historia y poco de datos coloridos de esos que prefieren los que llegan a la ciudad buscando la capital del Love Parade o la de los informes de la Deutsche Welle, donde se suele negar bastante la historia y se enfocan en mostrar quienes quieren ser los berlineses olvidándose de quienes fueron hasta 1989).
El recorrido comenzó ni bien nos subimos al autobús y descendimos frente a la Columna de la Victoria, verdadero emblema de la historia alemana. La famosa torre del ángel fue construida a fines del siglo XIX para conmemorar la alianza entre Prusia y el Imperio Austro-Húngaro en la guerra contra Dinamarca. Durante la Segunda Guerra Mundial los franceses la bombardearon pero se mantuvo incólume como hasta hoy. Si bien muchos la asocian al listado de iconografía nazi lo cierto es que es una columna que representa el espíritu germano de antaño y tiene un carácter más histórico que político ( El ángel que se encuentra en la punta de la columna le sirvió de inspiración a Wim Wenders para crear la historia de Las Alas del deseo).
Desde la Torre de la Victoria tomamos nuevamente el autobús y nos dirigimos al edificio del Reichstag, antigua casa del pueblo alemán, sede del Partido Nazi en tiempos de Hitler y actual sede del Parlamento Alemán (además de residencia de Ángela Merkel). El edificio sorprende por la belleza arquitecónica pero mucho más por todas las vicisitudes por las que ha pasado a lo largo de la historia. Desde la finalización de la Primera Guerra Mundial -ya consolidada la tan preciada República de Weimar- el edificio funcionó como la sede del Parlamento, llamado por entonces BUNDESTAG. En 1933, con el nazismo como sistema político, en medio de un dudoso episodio fué víctima de un incendio que prácticamente lo destruyó y los nazis, aprovechando el atentado, decidieron dar por terminada la República de Weimar, imponiendo así, el tan temido imperio nazi.
El edificio en la Segunda Guerra Mundial fue el blanco elegido para los bombardeos de los aliados y totalmente destruido luego de que de la misma terminara. En la década del 50 fue reconstruido tal cual como se lo puede ver en la actualidad y, hoy, el Parlamento funciona en un anexo al viejo edificio del Reichstag (donde está la moderna cúpula cilíndrica desde donde transmite DW). El edificio puede ser visitado utilizando guías en varios idiomas y allí dentro se puede ver una interesante muestra fotográfica que relata en imágenes parte de la historia alemana con el edificio como eje conector.
Una vez visitado el Reichstag cruzamos la Avenida 17 de Junio (continuación de la Avenida Unter Den Linden que termina en la Puerta de Brandemburgo) y nos dirigimos al Tiergarten, que fue uno de los lugares más emblemáticos de la caída del nazismo y donde se puede reconstruir la crueldad de los soldados rusos cuando entraron en Berlín como vencedores de la guerra.
Si bien la zona del Tiergarten hoy se encuentra en el territorio de una Berlín unificada, en tiempos en los que el muro dividía a la ciudad en dos partes, el gobierno ruso pidió que hicieran una excepción y les dejaran colocar la estatua gigantesca de un soldado de identidad desconocida para homenajear a los caídos en la invasión alemana al final de la Segunda Guerra. La cuestión era que la zona se encontraba en el lado occidental (capitalista) y ninguna gracia les hacía a los occidentales tener un mausoleo del enemigo, de tamañas dimensiones, en el territorio propio.
Pero más allá de la simpatía personal, y para no tener contiendas que dieran por tierra la Guerra Fría, se le otorgó al gobierno oriental la posibilidad de poner allí al soldado, so pena de que ellos se encargaran del mantenimiento y cuidado del mismo. Mientras duró el muro,el monolito significó una verdadera provocación para los occidentales que no habían olvidado aún los maltratos, las vejaciones y las violaciones que ejercieron los invasores contra las mujeres del lugar (hay testimonios que dan cuenta de madres que decidieron matar a sus propias hijas con tal de que no fueran violadas por los salvajes soldados que saqueaban las casas al grito de: "Uhr-Uhr, Frau-Frau" ("Relojes, relojes, mujeres, mujeres", dos elementos de los que carecían en Rusia).
El bosque que rodea al Tiergarten es una de las zonas más bellas de Berlín, sobre todo en invierno cuando los árboles toman un color canela y la nieve torna al paisaje en un lugar de ensueño.
Al otro lado del Tiergarten se encuentra el edificio expresionista de la Filarmónica de Berlín, segundo sitio de importancia en la ciudad luego del palacio de la Opera. Es un sitio muy popular y allí se pueden ver desde los conciertos más prestigiosos hasta ensayos de obras a estrenarse en un futuro. La Filarmónica está considerada una de las mejores a nivel internacional y su carácter itinerante le permite difundir su producciones en las ciudades más importantes del mundo.
Frente al enigmático edificio de la Filarmónica se alza uno de los vestigios más horrorosos del Tercer Reich: el barrio denominado T4 o zona en la que funcionó durante el nazismo el mayor tanatorio de la ciudad. Según cuentan los testimonios y los documentos de la época, los nazis realizaron un censo en el cual relevaron los datos de la cantidad de ciudadanos judíos además de discapacitados, enfermos crónicos y homosexuales; para luego con esos datos presentarse en las casas de los familiares y pedirles que los entregaran (en muchos casos se trataba de niños pequeños, adolescentes e incluso ancianos) para llevarlos a una institución donde recibirían un "tratamiento" acorde a sus patologías.
Pero la realidad lamentablemente era otra: tales instituciones no existían y, en realidad, esas personas nunca llegaban al famoso hospital u hospicio y eran asesinados enseguida, con el fin de que el estado alemán redujera los gastos que estas personas le implicaban. Según cuentan los testimonios, al poco tiempo de producida la muerte de estos ciudadanos, los soldados nazis se presentaban a los deudos y se les informaba sobre el "deceso por causas naturales" de su familiar. El hombre de la foto es Werner Hayden, el médico que más órdenes de muerte firmó en aquel tanatorio de la T4, ubicado frente al actual Tiergarten y a pocos metros de la Filarmónica.
Bordeamos el edificio de la Filarmónica y nos introducimos en un barrio de típicas mansiones al mejor estilo francés. Atrás quedaron los colores del Tiergarten y el sabor amargo de la historia de la T4 hasta que en un momento, rompiendo con la armonía de los caserones, un vetusto edificio cuadrado, de aspecto funcional y con una leyenda de repartición pública apareció frente a nuestros ojos. Marta frenó la marcha y nos anunció que ingresaríamos en el corazón mismo del Tercer Reich: ni más ni menos que el lugar donde se ideó y se llevó a cabo la famosa Operación Valkyria, aquel intento frustrado de asesinato de Hitler por miembros del propio partido nazi.
Ingresamos en el lugar y luego de dejar abrigos, mochilas y demás elementos que nos molestaran en la visita, comenzamos con el recorrido por las diferentes salas que antes fueron oficinas de diferentes jerarcas nazis y que hoy forman parte del museo del mítico edificio. Antes de la Primera Guerra Mundial el Bendlerblock (así se llama el edificio) sirvió de Oficina de la Marina de Guerra alzándose como uno de los más importantes de la burocracia nacional.
Durante los años del nazismo allí se llevó a cabo la Operación Valkyria, intento frustrado de acabar con la vida de Hitler, que terminó con la vida de Stauffenberg (miembro del partido que ideó el golpe) quien fue fusilado en pleno patio del edificio frente a la vista del resto de sus compañeros. Una vez terminada la Segunda Guerra y luego de la rendición de los alemanes ante el ejército soviético, ese mismo espacio se transformó en el Monumento a la Resistencia alemana.
Archivos fotográficos ilustran las actividades llevadas a cabo en el Bendlerblock durante el nazismo
Sophie Scholl y Christoph Probst fueron dos estudiantes que gestaron un golpe contra el movimiento nazi promovido desde el sector estudiantil. Ambos fueron asesinados sin lograr su objetivo.
Esta estatua simboliza la Resistencia alemana y en ella presta juramento el ejército alemán.
Salimos del edificio de la Valkyria y caminamos por una estrecha calle totalmente nevada. El frío era insoportable y la idea de hacer un stop en cualquier cafetería o sitio para almorzar se había transformado en la única idea que ocupaba mi cabeza. Mientras caminábamos Marta me contó algunas versiones acerca de la muerte de Hitler, de Eva Brown y de algunos otros jerarcas como Menguele que tanta duda generan cada vez que se los menciona.
En un semáforo paramos y me encontré con la Iglesia de San Matías, una de las más bellas de Berlín y que es una verdadera sobreviviente de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Marta me expresó que además de iglesia se había transformado en un verdadero espacio turístico ya que desde la cúpula se tiene una de las vistas más bonitas del Tiergarten y, además, regularmente, se llevan a cabo conciertos de música sacra utilizando los instrumentos de la iglesia.
Me detuve unos minutos y la fotografié en silencio. La mezcla de estilo románico con las cúpulas verdemarinas típicas de los alemanes la volvían una pieza de colección. Me pregunté cuántos habrían pasado por allí implorando la caída del muro. Cuántos habrían llorado amargamente frente a una imagen, volver a ver al ser querido que llevaba una vida totalmente distinta, extramuros.
Su aura grisácea me devolvió la imagen de una verdadera sobreviviente. Una más en una ciudad que reboza progreso a la vez que destila nostalgia, en cada rincón que se intenta descubrir.
(Continúa en la 2da. parte)