Pocos son los próceres argentinos que gozan del cariño o el buen recuerdo de su pueblo. Pero el de San Martín, quizás, sea el caso más emblemático de que para toda regla siempre hay una excepción. Si bien algunos aún hoy aseguran que su buen nombre y honor fué ayudado por algunos historiadores que trabajaron para sacarlo del lugar de figura política y que, en algunos casos, en nada escatimaron para otorgarle el mote de superhéroe latinoamericano, lo cierto es que cuando se analiza la gesta que llevó a cabo, con escasos recursos y en una época donde las comunicaciones eran cuento de ciencia ficción, su figura recobra sentido y la admiración se profundiza aún mas.
Pero sin dudas, si hay un lugar en el país donde mejor se pueda ver el paso de San Martín por estas tierras es en Mendoza, ya que pasó allí buena parte de su vida y donde, en la actualidad, se siguen realizando investigaciones acerca de su vida y obra, logrando con ello, mantener viva la llama de su eximia obra política.
Es por eso que cuando se visita la provincia su presencia se siente en cada uno de los rincones de la ciudad y en la blanca geografía recargada de alturas, picos y suelos peligrosos donde las faunas mas extrañas y el frío que aturde los sentidos pueden resultar letales para cualquier ser humano que no posea cualidades de superhéroe.
Aquí van cinco ejemplos de esa inolvidable presencia que el prócer ejerce en el inconciente colectivo del pueblo mendocino:
En el Parque San Martín, dedicado en su honor, se levanta el Cerro de la Gloria. En la parte más alta de este lugar se encuentra un mausoleo de proporciones enormes en el cual se representan los momentos más importantes de la historia que lo tuvieron como protragonista. Así es como en cada una de la aristas del monumento pueden verse escenas que corresponden a la formación del ejército de los Andes, de su relación con las Damas Patricias, del cruce mismo y otrasde la vida cotidiana donde se pue apreciar el modo de vida de los pueblos esclavos de la corona española. Su inaguración se llevó a cabo el 12 de febrero de 1914, el día que se conmemoró el 97º Aniversario de la Batalla de Chacabuco.
En el Museo Histórico del Pasado Cuyano ubicado en el centro de la Ciudad de Mendoza pueden apreciarse estas dos piezas más que importantes en la vida del General San Martín. Una de ellas es el libro con las crónicas del cruce de los Andes escritas a mano por uno de sus ayudantes y transcriptas cuarenta años después por unas sobrinas de ese ayudante, ya que el original se encontraba en un estado lamentabe debido a las inclemencias del clima y el poco cuidado que le dieron, quizás por la calidad de nómade del ejército.
La otra pieza de valor lo constituye este binomio artístico de mural gigantesco donde aparece San Martín retratado un tiempo después de haber llevado a cabo el magnífico cruce de los Andes. Véase que desde la ventana a sus espaldas y, en perspectiva, puede apreciarse una escena que evoca ese momento. Bajo el mural, un sillón de estilo francés y algo desgastado por el tiempo, persiste en la sala para recordarnos que en él se sentaba el libertador en algunos de sus pocos momentos libres, para disfrutar, casi siempre, de alguna de sus lecturas favoritas.
En Picheuta la Universidad Nacional de Cuyo eligió esta piedra como elemento conmemorativo en el mismo lugar donde se llevó a cabo una emboscada que le hicieran al ejército del cruce de los Andes el 24/01/1817. En la placa se recuerda día y hora del hecho y es uno de los lugares donde se puede apreciar, de un modo fehaciente, que anduvo el General en aquella empresa trasandina.
Finalmente y luego de recorrer mucho, me dí cuenta de que para descubrir la grandeza del prócer no hay que ir a museos ni buscar bustos de bronce en cualquier rincón de la ciudad. Se lo puede encontrar o visualizar haciendo uso de los propios sentidos. Si se observa, por ejemplo, la magnitud de los Andes, ellos hablan de lo complicado que puede resultar querer atravesarlos a lomo de burro, hoy, en la actualidad.
Por otro lado, cuando se siente en la propia piel el frío y las inclemencias del tiempo se entiende por que cualquier persona que esté en su sano juicio también desista de semejante empresa, salvo que esté preparado - y entrenado- físicamente para llevarla a cabo.
Es por eso que Mendoza es donde mejor se puede apreciar el valor de la gesta libertaria llevada a cabo hace casi doscientos años atrás por él y por su gente. Allí es donde cobran sentido su temperamento irascible (el que lo llevó a que muchos lo consideran el primer sublevado de la historia nacional), sus problemas de salud crónicos y un anecdotario sinfín que lo posicionan como un claro ejemplo de aquellos personajes que, se dice, algo habrán hecho por nuestra historia.