Cuenta la historia que en el mismo lugar donde hoy se encuentra el magnífico monumento, un 27 de febrero de 1812, Belgrano - junto a su ejército - izó la bandera por primera vez. Pero lo cierto es que los documentos atestiguan que la región por entonces no era ni por asomo lo que es hoy y sólo se reducía a una zona pedregosa y húmeda como consecuencia de su escasa cercanía al río y el aire tibio del Paraná.
Algunos dicen que aquella primera izada se hizo casi de incógnita, de un modo muy rápido y sin mucha pompa, ya que las versiones de que un ataque invasor en la zona podía llegar a ser inminente era un verdadero secreto a voces. Así es como una vez realizado, las versiones de que allí se había llevado a cabo un paso tan trascendente para la historia de la nación hicieron que un buen número de amantes de la historia, del arte y otro no menos despreciable de benefactores y mecenas se decidieran a poner sus dineros para levantar allí un solar que conmemorara aquel hito.
Si bien hubo varios intentos previos (aunque fallidos en su mayoría) fue para los festejos del primer centenario de la patria que se decidió a colocar la piedra fundamental y dar rienda suelta a la creación del monumento. Por entonces, le otorgaron la obra a Lola Mora, una de las escultoras más interesantes de la época, quien no sólo aceptó el desafío sino que además viajó especialmente a Europa para adquirir piezas de mármol de Carrara para darle a la obra el verdadero valor que merecía.
Sin embargo, el entusiasmo y la capacidad creativa de la genial Lola Mora no pudieron con las trabas aduaneras que no le permitieron pasar varios de los bloques con los que iba a trabajar y con ello se vió notablemente dañada su imagen como artista, ya que no sólo no logró realizar la obra tan preciada sino que, además, desde la esfera política, comenzaron una campaña de desprestigio que le cerró varias puertas y hasta incluso el escarnio público en ciertos sectores de la alta sociedad.
Así es como las obras quedaron paralizadas y recién entre los años 1939 y 1940 se volvió a llamar a concurso. Allí los ganadores resultaron dos escultores (Alfredo Bigatti y José Fioravanti) y dos arquitectos (Alejandro Bustillo y Ángel Guido). Ellos diagramaron el actual monumento y tardaron 14 años en construírlo, iniaugurándolo al público el 20 de junio de 1957 bajo el gobierno de facto del General Aramburu.