30 Dec
30Dec

De haberla conocido a tiempo estoy seguro de que el antropólogo Marc Augé hubiera incorporado a la Villa Adriana dentro del listado de los "No lugares". Digo esto por que , si bien la Villa "es" un lugar comprobable que existe en el mapa (se sitúa a 28 kilómetros de Roma y además es un sitio de gran importancia arqueológica) cuando uno ingresa en ella pierde la noción de realidad y hace carne la frase con la que Kafka definió a Praga cuando dijo que no existía, y que simplemente era un "estado del alma". Bueno, algo muy parecido, les aseguro, que sucede con este lugar.

La historia dice que la Villa fue la residencia de veraneo del emperador Adriano, ese que pertenecía a la dinastía de los Antoninos y al cual se lo conoce por su estirpe hispana, ya que de allí provenía. Su reinado dejó un legado de importancia para el imperio ya que realizó importantes conquistas en el mundo oriental (el cual le valió un contacto muy cercano con aquellas culturas y que se traducen en el gusto artístico que se despliega en la villa) y dejó como legado los bellísimos puentes que atraviesan el Tíber y nada menos que el Castel Sant´Ágelo, uno de los grandes íconos de la cultura romana.

Visitar la Villa Adriana no sólo es un viaje a través del tiempo y la posibilidad de conocer el magnánimo nivel de vida llevado a cabo por un emperador (es una de las pruebas mejor conservadas de propiedad privada de un gobernante de aquellos años) sino que, además, es la puerta de acceso a una de las más importantes muestras del arte romano que se ve en cada uno de los rincones y ambientes que sobrevivieron al paso del tiempo, como edificios, esculturas, templos, ruinas y otros espacios naturales como en pocos sitios de Roma. 

Por ello, a través de este posteo los invito a realizar un recorrido por esta significativa villa y con él puedan descubrir por que, en tiempos del imperio, fue uno de los lugares preferidos por quienes rodeaban a Adriano y tenían el honor de ser invitados a vivir la experiencia que el lugar representaba en sí mismo.

LA VILLA ADRIANA, UN SITIO DE NOVELA

La escasa media hora que tardó el bus en comunicar la Estación de Términi con la Villa Adriana fué la excusa para descubrir que Roma se extiende mucho más allá de los límites de la ciudad. Apenas salimos del casco urbano y tomamos la carretera, el paisaje cambió en cuestión de segundos y comenzaron a sucederse imágenes por la ventanilla dejando al descubierto algunos de los elementos de la vida itálica tales como los olivos, las colinas onduladas, alguna que otra columna en ruinas y ese cielo diáfano que, acostumbrado a ver la nebulosa que produce el smog de Roma, pensé que se trataba de una ilusión óptica. 

La guía que nos acompañaba dijo que no se iba a explayar en grandes explicaciones históricas (a lo cual el resto asintió con cara de gracia y en mí produjo todo lo contrario) y explicó que "lo histórico" sobrevendría luego de admirar la belleza que significaba la villa.
Así, entre suspiros a consecuencia del calor y algunas interrupciones lógicas que le producían el tener que decir la explicación en español, italiano y francés de forma simultánea la señora dió algunas fechas, contó alguna que otra intimidad de la vida de Adriano (tales como que era muy seductor, que había viajado mucho, que era un amante del arte y que en algún momento de su reinado se hartó de Roma y decidió aislarse para vivir una vida lejos de las conspiraciones, los intereses y el imperio que para esa altura era una fiera desbocada que se alimentaba de tierras y que parecía tener como único objetivo hacerse cada vez más grande) y arengó al grupo para que no se perdiera por nada del mundo fotografiar las decenas de esculturas que pueblan el recinto.

Cuando el bus se estacionó en la entrada de la Villa un cartel me hizo dar cuenta de que la novela comenzaría ni bien atravesara el molinete de ingreso. "Largo Marguerite Yourcenar" decía la chapa blanca con letras negras. Mientras mis compañeros de tour bajaban ansiosamente como si el vehículo fuera a arrancar llevándose  a alguno dentro, pensé que era imposible que la calle (largo) no llevara el nombre de Marguerite ya que la escritora dedicó gran parte de su vida a escribir las famosas memorias, novela o ficción histórica que, pese a ser discutida por muchos historiadores y romanistas que la miran con cierto desprecio, es uno de los textos fundamentales si se quiere tener un acercamiento a la vida del emperador y a la de una Roma que no era ni más ni menos que el centro mismo del mundo.

De esa forma atravesamos el pórtico y como si se tratara de una máquina del tiempo, en cuestión de minutos nos encontramos caminando por espacios de enormes dimensiones, cargados de arte, con el peso de la historia en cada rincón que se visita, todo enmarcado en una sensación de ensueño y surrealismo dignas de la mente de Dalí o de un fotograma de Andrej Tarkovsky.

Sobre la entrada y detrás de la muralla de acceso un enorme estanque albergaba las mas exóticas especies marinas, muchas de ellas provenientes de diferentes geografías.  

Este amplio espacio denominado Antinoeion fue construido sobre la base estética del Campo Marzio romano y se erigió en honor a Antinoo, joven por el cual Adriano sentía gran predilección y que murió en el Nilo en el año 130 de la era cristiana. Este espacio habría sido el espacio donde se llevaban a cabo oficios religiosos y, en algunas ocasiones, se cree que por la extensión del predio se realizaron luchas de gladiadores o carreras de caballos.

La Torre di Rocabruna es uno de los espacios donde se ubicaban las domus o pequeñas viviendas para los huéspedes que llegaban a la villa por cortas estancias de tiempo.

Las termas de Heliocaminus son uno de los restos mejor conservados de la Villa. La cúpula abovedada mantenía el calor del sol y producía el efecto termal sobre las aguas que se encontraban debajo de las columnas. Ese era uno de los espacios más utilizados por el emperador y su familia ya que los baños termales formaban parte de las prácticas llevadas a cabo en aquellos años. 

Las ruinas colosales se ubican en casi la mayor parte de la superficie del recinto

El Canopo y el Serapeo eran los dos lugares más bellos de toda la villa y funcionaban como el espacio donde pasaban la mayor parte del tiempo ya que su belleza y tranquilidad invitaban al ocio tan buscado por el emperador. El estanque cristalino y la disposición de las obras de arte están inspiradas en un espacio egipcio visto por Adriano en uno de sus viajes, razón por la cual quiso reproducirlo de la forma más fiel. 

Esculturas de estilo griego y de representaciones de seres mitológicos pueblan el lugar

 La Biblioteca ocupaba un espacio de privilegio en la villa y albergaba volúmenes en varios idiomas, muchos de ellos traídos de los diferentes lugares por los cuales Adriano y los emperadores que lo antecedieron conquistaron a su paso.  

CONSEJOS Y RECOMENDACIONES
Lo más aconsejable para visitar la villa es que planifiquen llegar lo más temprano posible (sobre todo en verano) y que asistan con ropa cómoda además de portar una botella de agua y no olvidar llevar algún tipo de protección (gorra, sombrero, protector solar en el caso de ser sensible a los rayos solares). 

Si van solos no dejen de llevar consigo una buena guía o algo investigado previamente ya que, de lo contrario, se perderán muchas de las cosas que van a ver en el recorrido. Un dato para tener en cuenta es que el sitio está lleno de insectos (por la gran cantidad de vegetación los mosquitos se hacen sentir bastante) y de pequeñas lagartijas, que son una verdadera plaga en la zona. Por tal razón les recomiendo que lleven calzado cerrado y eviten sandalias y mucho menos ojotas ya que pueden llegar a vivir alguna experiencia desagradable.

En la entrada pueden contratar alguna visita guiada pero no se realizan con frecuencia horaria muy fluída. Por ello, en lo personal, les recomiendo que la contraten previamente con algunos de los operadores turísticos de Roma (Civitatis es uno de los mejores) y de esa forma podrán disfrutar mucho más placenteramente de la visita. Además tengan en cuenta que el acceso a la Villa no es fácil y si llegan por su cuenta tendrán que caminar distancias bastante amplias para llegar (y es probable que no consigan taxis que los acerquen hasta allí con lo cual, el consejo de contratar la excursión, es casi inevitable).

En el lugar no hay Gift shops, restaurantes ni cafeterías donde poder restaurarse un poco antes o después de la extenuante caminata. En la entrada sólo hay una fuente de la cual podrán tomar toda el agua que quieran, siempre que lleven consigo una botella (Este consejo parece un tanto banal pero les aseguro que aquellos que no tienen botella, cuando llegan a la fuente salen empapados).

El resto sólo es dejarse llevar y vivir la experiencia de pasar medio día como en los tiempos de Adriano. La puesta en funcionamiento de la máquina del tiempo dependerá, como dijo Kafka, de un estado del alma.

Datos útiles

Dirección: Largo Marguerite Yourcenar, 1 - Villa Adriana - Tivoli (RM)
Tfno: +39 0774 530203
Web: Portal oficial

Cómo llegar desde Roma

Metro B hasta Ponte Mammolo, luego Bus COTRAL (Dirección Vía Prenestina)para a 300 mts. del lugar. O en Tren desde la Estación de Tiburtina a Tívoli, luego CAT Bus Nº4que también para a 300 mts. del lugar.La otra opción es contratar una excursión (Recomiendo la de Civitatis, combinada con Tívoli)

Horarios
Horarios de apertura del Aréa Arqueológica
2-31 de enero: 9-17 h.
1-29 de febrero: 9-18h.
1 de marzo-último sábado de marzo: 9-18.30h.
1-30 de septiembre: 9-19h.
1 de octubre- último sábado de octubre: 9-18.30h.
Último domingo de octubre-31 de diciembre: 9-17h.
Cerrado: 1 de enero; 25 de diciembre

Servicios
Es posible utilizar los siguientes servicios:
- Visitas guiadas y audio guías ndividuales , grupos y colegios (lengua italiana, inglés, francés,alemán y español).
- Aparcamiento y librería

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