El sol abrasador de las tres de la tarde dejó en las calles de Lapa apenas un puñado de valientes que se animaron a desafiarlo. Tras los famosos arcos blancos que dividen el centro histórico de los pies del barrio de Santa Teresa, unas jóvenes de origen afro encienden velas y dejan coscorrones de aguardiente en honor a Zé Pilintra, la divinidad negra que desde hace años se transformó en el protector de los pobres, perseguidos y "malandros" tal como se conoce a quienes padecen la indiferencia y un sinfín de injusticias sociales a manos de un estado que, desde siempre, los conminó a la pobreza y a la delincuencia como única alternativa para la subsistencia.